miércoles, 1 de enero de 2020

Feliz cumpleaños, Guille.

Mi primer contacto con el antiimperialismo lo tuve siendo niño, y fue gracias a la abuela. Yo no alcanzaba aún los diez años, pero recuerdo bien que durante la guerra del golfo, en Irak, ella se la pasaba despotricando en contra de los "méndigos gringos", a los que tachaba de ser unos completos metiches que siempre asomaban las narizotas donde nadie los llamaba, y que vendían armamento a la contra nicaragüense. El resto de la familia trataba de hacerle ver que Sadam Husein era un dictador sanguinario y que la intervención militar yankie estaba justificada. Sin embargo, mi abuela se mantenía firme en su postura antibélica y antiintervensionista. Ella estaba en lo correcto, su visión sobre el conflicto era la más acertada. Lamentablemente carecía de los argumentos suficientes para demostrarlo. 

Además de ser antiyankie era antipriista. Me atrevería a decir que sus críticas al Partido de Estado caían, por momentos, en lo recalcitrante; y cada tres o seis años se le veía llena de rabia, tristeza y frustración al saber que los resultados de la contienda electoral en turno daban aplastantes victorias al PRI. La vida no le alcanzó para ver el 2018, y la lucidez mental no le alcanzó siquiera para entender el circo foxista del 2000. 

Así era la abuela, intolerante con los priistas y con la gente malinchista (los colonizados mentales presas del epistemicidio de la modernidad blanca y capitalista, dirían los intelectuales progres). Siempre argumentaba que nuestro país era bellísimo, lleno de recursos naturales, con el himno nacional y la bandera más hermosos del mundo, y que todos debíamos sentirnos muy orgullosos de nuestra patria. Tal vez por eso también repudiada a la gente que tiraba basura en la calle. ¡Parecen puercos! decía. Puedo aseverar con absoluta certeza que ella, lamentablemente, nunca leyó a Lenin ("Imperialismo, fase superior del capitalismo"), tal vez por eso sus argumentos no tenían el peso suficiente. No obstante -y esto sí me consta- todas las tardes, después de la comida, se sentaba a leer las enciclopedias que mi padre nos había comprado a mi hermana y a mí para hacer las tareas escolares. La historia de México, curiosamente, era su tema preferido: Las culturas mesoamericanas, el juarismo, la Revolución mexicana.

Justamente la hora de la comida era el momento en el cual más la disfrutaba, porque era el espacio donde nos compartía a mi hermana y a mí los recuerdos de su infancia: el cierre de los templos de la Ciudad de México a causa de la Guerra de los cristeros, la escuela primaria a la que había asistido, el tranvía, el fonógrafo, las visitas furtibas a la cocina de su casa para robar terrones de azúcar que rociaba con alcohol. Estos relatos siempre eran deliciosamente aderezados con sus frases célebres: "Son como la peste", decía cuando quería referirse a personas insoportables, en especial a los niños. "Eso queda hasta el 5to infierno" la utilizaba para referenciar algún lugar alejado de la ciudad. "Esto está que brama" era la manera de nombrar platillos muy picantes. 

De esas historias maravillosas que contaba guardo dos recuerdos entrañables. Uno es el relato en sí mismo; el otro era el alegar con ella. No se trataba de debatir ni contrastar ideas divergentes dentro de un trasfondo reflexivo y crítico; simplemente se trataba de cuestionar cualquier cosa que dijera. Apenas empezaba yo a contradecirla y me decía: “Habliche", "¡Callise! No me retobe". O la típica "Ora verás cómo no te hago nada". También utilizaba mucho el "Fregado chamaco". Pero la mejor de todas sus consignas hacia mí era la de: "Este niño va a ser líder". No fue sino hasta la universidad cuando tomando casetas, cerrando avenidas y organizando asambleas y mítines entendí a qué se refería con eso. 

Pasados algunos años yo me convertí en estudiante del CCH (¿Estudiante? Dejémoslo en asistente). Ya desde la década de los 90, formar parte de la comunidad universitaria, había dejado de ser un derecho y se había convertido en un privilegio. Fue en ese contexto que ocurrió conmigo una transformación por la cual, muy probablemente, todos los universitarios provenientes de familia proletarias atravesamos: apenas tenemos acceso a unas cuantas piscas de conocimiento crítico que el resto de la familia, por desgracia no tiene, y nos convertimos en unos pinches escuincles odiosos, petulantes e insoportables que, estúpidamente, creemos tener las respuestas a todo. Siendo así, y con mi espíritu chingativo fortalecido, buscaba el momento oportuno para lanzar el anzuelo que mi abuela siempre mordía: 

-Adiós, abuelita. Ya me voy a la escuela.
-Ándale, hijo. Que Dios te acompañe. 
-¡Ay, por favor! Dios no existe. 
-Aunque no exista te va a acompañar. 

En cierta ocasión, y bajo la misma lógica castrosa e irreverente de mi parte, me aventé la puntada de preguntarle qué era la masturbación. Mi madre, al escuchar mi pinche cuestionamiento insidioso e intrascendente, inmediatamente lanzó un grito desaforado diciendo mi nombre y exigiendo que dejara en paz a mi pobre abuela. No obstante, ese día, doña Guille se llevó la tarde y el reconocimiento unánime de los ahí presentes cuando, con toda la serenidad y la sapiencia acumulada por tantos años de vida me respondió con aplomo y clase:

-Ay, hijo. Pues la masturbabación es hacerse pendejo uno solo. 

En ese momento yo lancé una exclamación de asombro y, muerto de risa, le comencé a aplaudir; mientras tanto, y sin que yo alcanzara a verla, mi madre me gritó desde algún lugar de la casa, con cierto tono aleccionador: ¿Ya ves? Tú que querías asustar a tu abuela y mira, te salió peor. Mi madre tenía toda la razón, a esa edad yo me hacía pendejo solo prácticamente todos los días. 

Lamentablemente, el tiempo y el destino le tendieron a mi abuela una muy mala jugada. Con el paso de los años, la memoria comenzó a fallarle de una forma cada vez más perjudicial, al grado de que en los últimos años de su vida, ella se había convertido en una niña de no más de 10 años a la que era necesario brindarle atención y cuidados especiales y permanentes. No obstante, había momentos en los que llegaban a su cerebro pequeños chispazos de lucides que parecían obedecer más a un capricho de la vida que a un suceso cognocible mediante la ciencia. Ejemplo de ello ocurrió una mañana de sábado en la cual mi cuerpo recentia la resaca de la juerga y el jolgorio vividos una noche anterior. Por si esto fuera poco, los padecimientos etílicos provocados en el organismo se magnificaron por una muy reciente ruptura amorosa. 

Siendo así, me levante de la cama sintiendo dentro de mi cabeza una locomotora que corría a toda velocidad y que estaba a punto de descarrilarse. Una vez en la sala, y antes que cualquier otra cosa, me dispuse a escuchar casetes de Silvio Rodríguez para hacer mi existencia más miserable aún. Por alguna razón que no recuerdo, ese día mi abuela y yo nos encontrábamos solos en casa. De pronto comenzó a sonar en las bocinas del estéreo la canción de "Ojalá". Al escuchar los primeros arepegios yo me quedé sentado e inmóvil en uno de los sillones, mirando hacia ningun lado y sin decir una sola palabra; pidiéndole al destino que ojalá por lo menos me llevara la muerte. 

En ese momento, mi abuela - quien estaba pero nunca estaba debido a su falta de memoria- se acercó lentamente hacia mí y con un gesto lleno de dulzura y amor me dijo: "No sufras hijito", a la vez que me acariciaba el pelo. Después de eso se alejó de mí con la satisfacción de haber cumplido su misión. De mi reacción prefiero no hablar; simplemente me quedo con ese pequeño momento de lucidez que tuvo y que utilizó para brindarme un poco de consuelo. 

Así era Guille; sensible, cariñosa (siempre y cuando no la hicieras enfurecer), dicharachera, culta y educada, con una habilidad notable para poner apodos, amante de la música de Agustín Lara, admiradora de Cantinflas (¿Cuántas películas habremos visto juntos?), quien no desperdiciaba la oportunidad para tomarse una "cubita" con la familia y los amigos. En fin, el día de hoy traigo a cuento todas estas vivencias buscando con ello rendirle un muy humilde pero merecido homenaje.

¡Feliz cumpleaños, Guille! Donde quiera que estés.

domingo, 6 de mayo de 2018

LUMUMBA, EL HOMBRE QUE DESCONFIÓ DEL IMPERIALISMO


Ninguna brutalidad maltrato o tortura me ha doblegado porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados.

(Carta escrita por Patrice Lumumba a su esposa e hijos días antes de su muerte).


INTRODUCCIÓN.

En el año de 1961, unas semanas después de que la CIA y el gobierno de Bélgica -mediante una operación encubierta encabezada por Frank C. Carlucci, agente secreto comisionado por el expresidente de E.U., Dwight D. Eisenhower[1]- derrocaron, torturaron y asesinaron a Patrice Lumumba (el primer hombre electo democráticamente por el pueblo congolés para ocupar el cargo de Primer Ministro, tras declararse la independencia de la República Democrática del Congo) el Che Guevara pronunció un discurso para el pueblo cubano en el que mencionó lo siguiente: “La estatua que recuerda a Lumumba, hoy destruida pero mañana reconstruida, nos recuerda también la historia trágica de ese mártir de la revolución del mundo: que no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada”[2].

Con base en el objetivo del presente trabajo (trazar un breve esbozo de la biografía política de Lumumba basada en el filme del haitiano Raoul Peck[3]) resulta pertinente comenzar rememorando el anterior fragmento del discurso del Che, quien al igual que Lumumba fue víctima del imperialismo, ya que tal y como lo demuestran los nuevos estudios que abordan el tema del derrocamiento del primer gobierno democrático del Congo, del asesinato de Lumumba, y de la posterior implantación de la dictadura de  Joseph Désiré Mobutu; resulta claro que la desestabilización política desatada durante los pocos meses en que Lumumba se desempeñó como Primer Ministro no fueron consecuencia de conflictos internos, sino de una política clara y abiertamente intervencionista por parte de los gobiernos de Bélgica (en 2001, el parlamento belga reconoció la responsabilidad de Bruselas en el asesinato de Lumumba[4]) y los Estados Unidos.

EL ASCENSO Y LA CAIDA DE PATRICE LUMUMBA.

En 1885 se llevó a cabo la firma del Acta General de la Conferencia de Berlín, hecho que determinó la repartición colonialista de África entre las más importantes potencias imperialistas europeas. Fue así como el Congo pasó a ser territorio controlado por el reino de Bélgica, que era encabezado por Leopoldo II, uno de los grandes genocidas de la historia del colonialismo. Durante esta época la población disminuyó de 25 a 15 millones de habitantes, y mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, el Congo fue el más importante proveedor de caucho, titanio, cobalto y uranio; todos estos minerales esenciales para el desarrollo de la industria armamentista[5].
Ya durante la etapa de dominio colonial del Congo, sus habitantes se vieron negados a la posibilidad de acceder a la educación, y durante la década de los 50, únicamente alrededor de 100 de congoleños habían podido realizar estudios universitarios. Entre ese selectísimo grupo se encontraba Patrice Lumumba, quien se después de concluir su formación académica laboró en una oficina de Correos y como agente de ventas de una importante cervecería. Este empleo le permitió recorrer el país y organizar un sindicato de trabajadores, suceso que lo llevó a ser detenido y encarcelado por las autoridades colonialistas belgas en 1955.
Para el año de 1958 consigue agrupar a la mayoría de las fuerzas que pugnaban por la independencia, en el Movimiento Nacional Congoleño (MNC), partido político con visión panafricanista que se desempeñaba entre la legalidad y la ilegalidad. No obstante, el MNC nunca pudo aglutinar los diferentes intereses de clase que comenzaron a gestarse en las nuevas élites africanas. A la postre, esta naciente burguesía que encontraba ciertos beneficios en mantener lazos con el gobierno de Bélgica, y que veía cada vez más con mayor preocupación la radicalización de Lumumba y su acercamiento con la URSS, será artífice -en contubernio con la CIA- del asesinato de Lumumba.
En medio de este contexto Patrice Lumumba es encarcelado y torturado. No obstante, el gobierno de Bélgica concede su liberación para que realice un viaje a Bruselas y se negocie la declaración de independencia del Congo. Siendo así, la metrópoli convocó a elecciones libres en las que el MNC aprovechó para hacerse del poder, quedando en el cargo de presidente Joseph Kasavubu, y en el de primer ministro el propio Lumumba. El objetivo del MCN era tener control del aparato colonial, las fuerzas armadas y la policía, para dar fin al régimen colonialista. Para poder llevar a buen término su proyecto político, el MNC requería administrar los recursos naturales con los que contaba el territorio, por lo que el primero de julio de 1960 se declara la independencia del imperio belga y se funda la República Democrática del Congo.
Durante la ceremonia de la toma del poder, Lumumba pronunció un discurso histórico que encendió los focos rojos de las potencias imperialistas:
Aunque esta independencia del Congo está siendo proclamada hoy en acuerdo con Bélgica, un país amistoso, con el que estamos en igualdad de términos, ningún congolés olvidará que la independencia se ganó en lucha, una lucha perseverante e inspirada que ocurrió en el día a día, una lucha, en la que no nos intimidamos por la privación o el sufrimiento y no escatimamos fuerza o sangre.
Estuvo llena de lágrimas, fuego y sangre. Estamos profundamente orgullosos de nuestra lucha, porque era justa y noble e indispensable para poner fin a la humillante esclavitud que nos fue impuesta. Esa fue nuestra suerte durante los ochenta años de dominio colonial y nuestras heridas están muy frescas y son demasiado dolorosas para ser olvidadas.[6]

Luego de la declaración formal de independencia, uno de las primeras situaciones conflictivas a las que se enfrentó el gobierno democrático fue la conformación del ejército, el cual era controlado por militares belgas. Además de esto, los grandes monopolios extranjeros mantenían el control de muchos recursos naturales y las fuerzas imperialistas aún tenían injerencia en un amplio sector de la burocracia estatal y en decisiones de la política interna del Congo a través del presidente Kasayubu y del hombre al mando del ejército, el general Mobutu Sese Seko.
Fue este contexto el que permitió la implementación de una campaña de desestabilización por los servicios de inteligencia belga y la CIA, representada por el agente encubierto Frank Carlucci, quien logra establecer nexos con Mobutu[7]. Por una parte, el gobierno de Bruselas retiró todo tipo de asistencia técnica, esperando generar una parálisis productiva dentro del país; y a la par de esto, Moisés Tshombé, agente comercial de una compañía minera belga ubicada en Katanga (zona en la que se encontraban las principales reservas mineras), impulsó una sublevación de los cuerpos policiacos que demandaban la secesión de la región.
Este complejo panorama orilló al gobierno de Kinshasa a solicitar apoyo de la ONU para recuperar el control de Katanga. Sin embargo, los cascos azules se negaron a intervenir y las tropas belgas se mantuvieron en el Congo apoyando la secesión de la región. Esto llevó a que Lumumba solicitara el apoyo de la URSS, situación que aceleró los planes imperialistas de Estados Unidos. Fue así como el 5 de septiembre de 1960, Kasavubu destituyó a Lumumba.
No obstante, la CIA y el gobierno de Bélgica consideraron que la sola destitución de Lumumba no era suficiente, por lo que el presidente Eisenhower[8] emitió la orden de que fuera asesinado. Luego de sufrir torturas y graves vejaciones durante varios días, el ex-primer ministro de la naciente República Democrática del Congo fue asesinado y sus restos fueron disueltos en ácido. Ya para el momento de su muerte, Joseph Mobutu se había hecho del control político y militar de la capital; hecho que a la postre desatará una dura represión en contra de los partidarios de Lumumba e implantará una de las dictaduras más cruentas del continente africano, la cual siempre contó con el apoyo de los Estados Unidos.

¿POR QÚE CAYÓ LUMUMBA?
Para tener una explicación clara de los motivos que propiciaron el derrocamiento de Patrice Lumumba y de la reinstauración de los intereses imperialistas en el Congo, luego de la victoria del movimiento contra-revolucionario; resulta necesario tomar en cuenta una serie de factores que se fueron concatenando y que propiciaron el aislamiento político de Lumumba -que se materializo claramente con el caso omiso de la ONU ante el intervencionismo belga- y la traición de muchos de sus colaboradores más cercanos, incluidos Joseph Kasayubu y Mobutu Sese Seko, ante las intenciones de Lumumba de establecer lazos de apoyo con la Unión Soviética.
En primer lugar, es necesario tener en cuenta que la Europa de la posguerra se encontraba fuertemente debilitada por la devastación que había generado la lucha contra el fascismo. Debido a esto, el viejo continente se vio obligado a adoptar una estrategia diferente de dominio colonial, la cual permitiera -sin renunciar al enriquecimiento logrado por el despojo de la mano de obra y de los recursos naturales- la participación de las nuevas élites africanas en la gobernanza del país. Esta situación, además de evitar el fin de las políticas imperialistas que comenzaron a contar con el apoyo de Estados Unidos, brindaba legitimidad política a las naciones europeas, en un contexto en el que revoluciones nacionalistas y democráticas se desarrollaban en diversas partes del mundo.
Por otra parte, es necesario delinear la ruta del pensamiento político de Patrice Lumumba, hombre que, debido a su formación académica, se convierte en un férreo defensor de los valores políticos del liberalismo europeo consistentes en la libertad de expresión, la libre asociación, la igualdad de derechos entre blancos y negros, etc. Posteriormente, Lumumba nutre esta visión política con los planteamientos de las luchas independentistas que se daban en varias regiones del continente africano, lo que lo lleva a comprender que la lucha por la independencia y la libre autodeterminación del Congo era en realidad una lucha antiimperialista. Una vez que Lumumba comprende esta situación, el acercamiento con el bloque socialista se vuelve casi una consecuencia lógica.
Finalmente, esta transformación es lo que coadyuvó para que las potencias imperialistas intensificaran sus actividades contra-revolucionarias y que muchos de los propios colaboradores de Lumumba, los cuales se habían convertido en ese momento en parte de una nueva élite burocrática, decidieran darle la espalda para mantener el estatus-quo adquirido por las políticas neo-colonialistas implantadas por Europa y Estados Unidos en el continente africano. La conjunción de todas estas fuerzas reaccionarias fue lo que impidió que Lumumba profundizara la lucha en pos de una auténtica independencia económica y política, y que a cambio encontrara la tortura y la muerte a manos del imperialismo.



[3] Lumumba fue filmada en el año 2000, y es una coproducción de Francia-Bélgica-Alemania—Haití en la que participan la JBA Production / RTBF / Entre Chien et Loup / Velvet Films / Essential Filmproduktion / Arte France Cinéma.
[5] https://causarevolucionaria.wordpress.com/2009/10/31/biografia-del-lider-revolucionario-patrice-lumumba/.
[7] En la película Lumumba, Peck -el director del filme- incluye una escena en la que se recrea una conversación entre los autores intelectuales del asesinato de Lumumba. Uno de ellos es otro que Frank Carlucci, quien, al preguntársele sobre la posición de Washington, responde: «El gobierno de mi país no tiene por costumbre interferir en los asuntos democráticos de una nación soberana. Respetaremos la decisión de ustedes». Posteriormente, cuando la cinta llegó a Estados Unidos, Carlucci se valió de su posición de poder para impedir que la cadena de HBO transmitiera esa escena, amenazando con mandar a los tribunales a la casa productora Zeitgeist Film. Ante esta situación, el realizador haitiano acepta entonces eliminar el nombre de Carlucci.
[8] http://www.telesurtv.net/news/Patrice-Lumumba-el-heroe-asesinado-de-Africa-20160116-0031.html

sábado, 18 de marzo de 2017

Escuchando a Beethoven desde una concepción materialista del arte

Reflexiones sobre Beethoven:

Es innegable que la 9na sinfonía de Beethoven, al igual que la música que compuso en la última etapa de su vida (los últimos cuartetos de cuerda, la gran fuga, las sonatas para piano que escribió en la fase madura de creatividad) son, desde el punto de vista técnico, obras fastuosas: En ellas se encuentra un manejo impecable de la forma, del contrapunto, de las progresiones armónicas y las modulaciones de tonalidad, de la instrumentación, etc., que es simplemente perfecta bajo la óptica o los cánones de la escuela clasisista. No obstante, la música de Beethoven resulta al mismo tiempo y en muchos casos, completamente novedosa e irreverente dentro del contexto artístico de principios del siglo XIX; es decir, en la etapa de transición del clasicismo al romanticismo. En ese sentido, sólo basta echar un vistazo a las crónicas de la época para saber la serie de dificultades y conflictos que Beethoven tuvo siempre con sus colegas músicos, instrumentistas y cantantes, debido a la complejidad de la música que componía.

No obstante todo lo anterior, es necesario recalcar un hecho fundamental que jamás debe pasar desapercibido con respecto al "genio" y la "grandeza" del Gigante de Bonn, y para ello es necesario recurrir al gran Eduardo Galeano, quién afirmó que "Si Beethoven hubiera nacido en Tacuarembó, hubiera llegado a ser director de la banda del pueblo". Esto conduce, a su vez, a otra frase de Walter Benjamín en la que se afirma que todo documento de cultura es, a la vez, un documento de barbarie. Dicho lo anterior, la pregunta es ¿Por qué hacer mención de ello? Muy simple. Ni Bach, ni Mozart, ni Beethoven, ni Wagner; ni la innegablemente maravillosa e impresionante arquitectura de las ciudades europeas; ni los filósofos, poetas, artistas plásticos, escritores, etc., del viejo mundo, hubieran llegado a representar jamás lo que representan para la sociedad occidental moderna, si no hubiese sido por el embate violentísimo y devastador de la empresa colonial.

Detrás de cada ladrillo, detrás de cada pincelada, detrás de cada acorde y nota musical está el trabajo esclavizado de millones de africanos que fueron llevados por la fuerza a las plantaciones de azúcar en América; detrás de esa fastuosidad y preciosismo europeo está la sangre de millones de indígenas que murieron en las minas de la antigua mesoamérica, extrayendo toneladas de oro, plata y otros metales que eran llevados a las grandes metrópolis. Creo que el deber ético mínimo de todo músico latinoamericano que se dedica a producir y reproducir (esa es nuestra función objetiva en la división del trabajo) la mal llamada música clásica o culta, es denunciar la violencia que ejerció y sigue ejerciendo Europa, y también E.U. (con Trump, con Obama o con Hillary, los tres son representantes de diferentes intereses de un mismo imperialismo) en contra de nuestros pueblos.

Para que Europa tuviera las condiciones materiales adecuadas para realizar esas grandes proezas artísticas y para también imponerlas como la cúspide y la meta a seguir del arte y la cultura, necesitó de lo que Marx llama en El Capital, el despojo o la acumulación originaria, mediante el uso de la violencia colonialista. El "genio", el "talento" y el "don" de Beethoven no se explican a partir de una concesión divina que le otorgó un ser supremo e incognicble antes de que naciera. El genio de Beethoven se explica mediante la comprensión del desarrollo histórico de las condiciones materiales y del contexto en el que se desarrolló.

Sin embargo, y esto bajo un ejercicio de congruencia ética en mis actividades musicales y revolucionarias, me parece fundamental señalar que con la adopción de una postura anarquizante, nihilista y por tanto pequeñoburguesa, la cual apunte a una censura absoluta y total del arte burgués, no se logrará modificar la realidad de explotación y neocolonialismo que padecemos los músicos latinoamericanos y los consumidores de cultura. Creo que los sectores de la población de este país que consumen "música clásica" son sumamente reducidos es comparación con otras expresiones musicales que también produce el gran capital. La diferencia entre ir al Vive Latino o ir a la sala Neza a escuchar a la OFUNAM sólo es una, que el primero genera mucha más riqueza que la segunda. En lo demás, desde el punto de vista de las condiciones objetivas de producción y reproducción del arte, es exactamente lo mismo.

Por lo tanto, si en la actualidad existimos tantas personas consumiendo la música que produce la abominable, nauseabunda y terrible industria musical (y en esa lista entra el rock, el metal, el punk, el pop, el regué, la música electrónica, la cumbia, la salsa, el reguetón, la banda, Juanga, José Alfredo Jiménez, los Beatles, los Rolling Stones, Los Doors, Pink Floyd, la música que escuchan los hipsters, Café Tacuba, etc.), yo me niego a dar el tiro gracia a las creaciones musicales de Beethoven, más aún si se toma en cuenta que él vivió la revolución francesa y que conoció la etapa jacobina de la burguesía, que es la etapa más consecuente de las revoluciones burguesas. Finalmente, creo que resulta importante señalar que el desarrollo de las fuerzas históricas, más tarde que temprano, pondrán ante nosotros una realidad diferente y revolucionaria en la que las relaciones sociales de producción se modifiquen por completo, dando fin a las diferencias y odios infranqueables que generan la configuración de una sociedad estatizada y clasista. Cuando ese día llegue, cuando las naciones y las fronteras de toda índole desaparezcan, será cuando las palabras de Schiller y de su Oda a la Alegría cobrarán verdadero sentido:

"Alegría, bella chispa divina,
Hija del Elíseo,
penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste! en tu santuario
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
Y todos los hombres serán hermanos,
bajo tus alas bienhechoras."

domingo, 5 de marzo de 2017

Discurso sobre el colonialismo

Alegría, bella chispa divina,
Hija del Elíseo,
penetramos ardientes de embriaguez,
¡Oh celeste! en tu santuario
Tus encantos atan los lazos
que la rígida moda rompiera;
Y todos los hombres serán hermanos,
bajo tus alas bienhechoras.

Friedrich Schiller

Cuando André Breton arribó a la isla de Martinica en 1941 a causa del fascismo, descubrió en la revista Tropiques “el mayor monumento lírico de la época”, refiriéndose así al trabajo poético de Aimé Cesaire, quien fungía como director de esta publicación literaria de intelectuales antillanos que resultaba desconocida para occidente. Cesaire, nacido en junio de 1913 e hijo de un funcionario público menor creció conociendo a Voltaire, a Víctor Hugo y a Bossuet, sin que esto implicara un alejamiento o negación de sus raíces africanas. Desde temprana edad se destacó por ser un alumno destacado y esto le permitió obtener, a los 18 años, una beca para estudiar en Francia. En el convulso París de los años 30 conocerá al senegales Leopold Sédar Senghor, con quien conformará, junto con el guayanes León Damas, el movimiento conocido como “negritud”, reivindicativo de la cultura y la dignidad de las poblaciones africanas y afrodescendientes (http://www.letraslibres.com/mexico-espana/aime-cesaire).

Es en este contexto descrito de forma muy escueta donde se inserta uno de los trabajos más reconocidos de Cesaire en la actualidad, Discurso sobre el colonialismo. Escrito en 1955, dicho texto tiene un claro objetivo político, denunciar el genocidio más grande en la historia de la humanidad: el colonialismo europeo. No obstante, el Discurso de Cesaire no deja por ello de tener claras nociones poéticas. Realizado como un escrito de agitación política que se aleja por completo de las rígidas pautas academicistas, este terminó, por su fuerza, siendo cooptado por la academia misma, al igual que muchos otros panfletos ideológicos en cuyo más notable ejemplo se encuentra, sin duda, El manifiesto del Partido Comunista.

¿Y qué es lo que el lector puede encontrar en el Discurso de Cesaire? Nada menos que la profética afirmación de que la civilización europea es una civilización decadente y enferma, puesto que ha sido incapaz de resolver los dos más profundos problemas que ha generado: el proletariado y el colonialismo. Si bien es cierto que para la década de los 50 la crítica a la decadencia europea era un argumento muy común, incluso al interior del viejo contiente, la brillantes del Discurso de Cesaire radica en que, a diferencia de la autocrítica sobre el ocaso de Europa realizada por filósofos, intelectuales progresistas y artistas blancos que centraban su crítica en el horror y la devastación ocasionada por la Primera y la Segunda; Cesaire hace lo que muy pocos habían tenido la claridad de realizar, voltear a ver a las que fueron invisibles para Europa desde el siglo XVI: sus colonias.

Y es así como Cesaire comienza a entretejer -las más de las veces mediante la utilización de los mismos argumentos que las grandes figuras del pensamiento racional europeo esgrimieron para legitimar la barbarie colonial- el carácter intrínsecamente racista y fascista que posee el capitalismo y su empresa colonialista. Y es que para Cesaire, el hombre europeo, el blanco humanista, el buen burgués (gentleman), el modelo de ciudadano respetuoso del orden y la ley, ha sentado su poderoso andamiaje ideológico y la base material de su vida en el gran genocidio cometido por sus hermanos colonizadores en contra de “los amarillos”, “los negros” y “los indios”; es decir de los “incivilizados”.


De acuerdo con Cesaire, la muestra más irrefutable de la barbarie europea no se haya en el “hitlerismo”, sino en la muestra inobjetable de que Hitler vive en todos esos gentleman humanistas que antes de ser víctimas fueron cómplices al decidir cerrar sus ojos cuando los Auschwitz se encontraban en Vietnam y en Indochina; en Madagascar y en el Congo Belga; en Argelia y en Martinica. Por lo tanto, la condena al fascismo por parte de Europa se vuelve, además de hipócrita, molesta y chocante, debido a la falta de credibilidad que tiene ante sus principales oprimidos, es decir, sus colonias; aquellas a las que el viejo continente embruteció y animalizo mediante la negación absoluta de su economía y de sus sistemas políticos; de sus conocimientos y de su cultura; de su arte y de sus tradiciones. Es por ello que Europa resulta indefendible.    

martes, 22 de diciembre de 2015

LA CONFORMACIÓN DEL PROYECTO SOCIALISTA EN YUCATÁN DURANTE LA REVOLUCIÓN MEXICANA (1910-1923).


 Rafael Demian Avila Amezola

El lugar del indio maya en la comunidad como ciudadano libre, autosuficiente y seguro de sí mismo, determinará la medida en que los sacrificios de la Revolución tendrán que ser justificados.

Felipe Carrillo Puerto.


1. Introducción

El presente trabajo tiene por objeto trazar un breve esbozo biográfico sobre Felipe Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán de 1922 a 1923; y personaje que logró implantar en un muy breve período de tiempo, una serie de reformas políticas, económicas y sociales de gran calado, las cuales pretendían transformar de manera radical la realidad social de Yucatán en general, y la del proletariado agrícola maya de la región en particular. En este breve pero sustancial periodo de gobierno que fue abruptamente interrumpido por la infructuosa rebelión Delahuertista -la cual se convirtió en una oportunidad invaluable para la burguesía local en su lucha por reinstaurar el orden de dominación que existía previamente- se promulgó una importante reforma agraria que permitió -al menos de manera temporal- la desarticulación de gigantescas haciendas que existían en el estado; se estableció la educación racionalista y se fundaron dos universidades; se otorgó el derecho al sufragio femenino; y se fijó un salario mínimo. Esto por mencionar sólo algunas de las acciones emprendidas por el gobierno de Carrillo Puerto, quien murió fusilado en enero de 1924.

Es evidente que este limitado ejercicio biográfico tiene la finalidad de analizar, antes que las cuestiones inherentes a la vida personal de Felipe Carrillo Puerto, la cual por cierto está llena de episodios por demás atrayentes (su breve estancia en un circo, su pasión por la música, su formación teórica y política autodidacta, los diversos empleos que desempeñó en su juventud, el trágico idilio amoroso que mantuvo con la reportera estadounidense Alma Reed, etc.) las condiciones económicas, políticas y sociales que existían en Yucatán antes de que este asumiera la gubernatura del estado; y también las condiciones imperantes durante el breve período de tiempo en el cual se mantuvo al frente del poder. Esto con el objetivo de determinar cuáles fueron los factores que coadyuvaron para que un proyecto de esta índole, “el más radical de los experimentos sociales en la América Latina de la primera mitad del siglo XX” (Yankelevich, 2005:164) se pudiera materializar de forma parcial en esa zona del país.

Para lograr dicho objetivo se ha dividido el presente trabajo en cuatro partes, a saber: A) Desarrollo de la industria del henequén en Yucatán; la cual intenta hacer un breve análisis de las condiciones que coadyuvaron para que se adoptara esta actividad agroindustrial como la principal fuente de riqueza de la región, y también las consecuencias que esta tuvo en el tejido social. B) La guerra de castas, la cual hace un breve recuento de las causas de este conflicto armado; sus características más destacables y el desarrollo y conclusiones que tuvo. C) La llegada de la revolución a Yucatán, la cual está marcada, principalmente, por el arribo del general Salvador Alvarado a la península en 1914. En esta parte se analizarán las resistencias que enfrentó y el proyecto político que intento desarrollar; y D) Estudio biográfico sobre Felipe Carrillo Puerto, el cual describe sus primeras incursiones en el terreno de la lucha política; su breve adhesión al zapatismo; su formación teórica e ideológica; la obtención de la gubernatura a través del Partido Socialista del Sureste (PSS) y, sobre todo, las acciones que realizó durante los 20 meses de gobierno, además de las causas que llevaron a su asesinato en 1924.  

             2. Desarrollo de la industria del henequén en Yucatán

El estado de Yucatán está situado en el extremo norte de la península de Yucatán y su territorio se caracteriza por la ausencia de una orografía considerable y por el hecho de que sus flancos se hallen rodeados por mares. Estas condiciones geográficas han dado como resultado, por un lado, que cuente con un clima peculiar que ha permitido al Estado contar con una enorme biodiversidad[1]; mientras que por el otro, su misma condición geográfica coadyuvó a que por mucho tiempo la península estuviera en una especie de aislamiento histórico con respecto a otras regiones del país. A decir de Mario Gill, Yucatán había permanecido -debido al “alejamiento del centro político del país y a la falta de comunicaciones”- ajeno a los procesos revolucionarios de 1810 y 1910 (2012:13). En este sentido, es probable que dicho aislamiento permitiese que los indígenas mayas de la región padecieran la esclavitud, “una realidad impuesta por una burguesía cerrada a toda influencia progresista, por la llamada «casta divina», dueña de la riqueza de la entidad: el henequén.” (13).

No obstante lo anterior, a decir de Armando Bartra, lo que genera esta realidad local, más que el aislamiento, es “la división internacional del trabajo que imponen el colonialismo y después el imperialismo” (2015:9); hecho que llevó a Yucatán al abandono, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, de la diversidad agrícola que poseía, para adoptar la siembra masiva y casi exclusiva del henequén, buscando con ello satisfacer “la gran demanda de hilos para engavillar trigo, resultante de la masiva incorporación de trilladoras a la agricultura estadounidense” (10). Esta dinámica económica genera un entorno de explotación y despojo que Bartra describe así: “Para fines del siglo XIX no se intercambian en Yucatán más que dos mercancías: henequén y mayas esclavizados” (11). En este sentido, resulta importante mencionar que para poder llevar a cabo la industrialización de la producción henequenera se dispusieron de enormes extensiones de tierras cultivables, las cuales habían sido previamente despojadas a sus ocupantes originarios, las comunidades de campesinos mayas. En este sentido es posible observar que “en 1883 los plantíos abarcan 40 mil hectáreas, 160 mil en 1910 y 400 mil en 1917” (González, 1970:182-186 apud Bartra, 2015:10). De igual manera, Yucatán registró un crecimiento constante y regular de esta actividad económica, especialmente desde los años 70 del siglo XIX. “A partir de 1873 […] se advierte una curva ascendente en la exportación de la fibra: en ese año, es de 31,000 pacas; en 1875 […] 45,000 y en 1880 […] 113,000” (Orosa, 1983:15).

Por otra parte, Kenneth Turner, quien afirmaba que el clima y el suelo de Yucatán favorecía a “esas resistentes especies de plantas centenarias que producen el henequén o fibra de sisal” (1911/1999:4); escribiría lo siguiente: “¿Esclavitud en México? Sí, yo la encontré en la península de Yucatán” (3); y en este mismo sentido menciona que:

Los 50 reyes del henequén viven en ricos palacios en Mérida y muchos de ellos tienen casa en el extranjero. Viajan mucho, hablan varios idiomas y con sus familias constituyen una clase social muy cultivada. Toda Mérida y todo Yucatán, y aún toda la península, dependen de estos 50 reyes del henequén. Naturalmente, dominan la política de su Estado y lo hacen para su propio beneficio. Los esclavos son: 8 mil indios yaquis, importados de Sonora, 3 mil chinos (coreanos) y entre 100 y 125 mil indígenas mayas, que antes poseían las tierras que ahora dominan los amos henequeneros (5).

Es importante destacar que una de las principales casas comerciales beneficiadas por el auge del mercado henequenero fue la O. Molina y Cía., propiedad de Olegario Molina Solís, quien fuera tal vez el más importante líder de la oligarquía productora del henequén (La Revolución mexicana en Yucatán, 2015). Este hombre contaba con

una brillante trayectoria en los ámbitos comercial y mercantil tanto en la península como en el extranjero, y sobre todo con muy buena relación con […] el secretario de Hacienda José Yves Limantour, el abogado y senador Joaquín Casasús y los hermanos Justo y Manuel Sierra Méndez” (Pérez Sarmiento, 2006:52).

El apoyo que el centro le brindara a Molina le permitió ser gobernador de Yucatán de 1902 a 1906 y reelegirse en el cargo para el periodo 1906-1910, hecho que resulta completamente inédito en la historia de Yucatán. Sin embargo, Molina no concluirá su segundo periodo, ya que en 1907 será nombrado Secretario de Fomento por parte de Porfirio Díaz, dejando en el cargo a Enrique Muñoz Aristegui, uno de sus más cercanos socios y colaboradores (La Revolución mexicana en Yucatán). Nuevamente es Kenneth Turner quien se refiere a él de la siguiente manera:

El principal entre los reyes del henequén de Yucatán es Olegario Molina, ex gobernador del Estado y secretario de Fomento de México. Sus propiedades, tanto en Yucatán como en Quintana Roo, abarcan más de 6 millones de Ha.: un pequeño reino (5).

Resulta pertinente mencionar que desde la primera década del siglo XX, el mercado del henequén comienza a mostrar claras muestra de estancamiento como resultado de su marcada dependencia con respecto al comercio exterior, por lo que ya para 1918, y después del enorme auge experimentado a causa de la Primera Guerra Mundial, el mercado se viene abajo[2] y es así como “el boom del oro verde llegaba a su fin. La Internacional Harvester y la ambición de Olegario Molina fueron dos obstáculos insalvables para la industria henequenera. Además, no tardarían en entrar al mercado nuevos productores de fibra como Kenia, Tanganica, Sumatra y Java” (Moreno, 2005:14-15). Finalmente, esta industria tomará un rumbo completamente distinto con la llegada del Gral. Salvador Alvarado a la península, quien con “préstamos forzosos a la burguesía henequenera trató de reestructurar la organización social del estado y crear nuevas relaciones de producción” mediante la fundación de la Comisión Reguladora del Comercio del Henequén (Gill, 2012:15). Estos hechos marcarán el fin de la industria del henequén, etapa de desarrollo que impone “un brusco quiebre en el curso de formaciones agrarias locales de origen colonial que se ven abruptamente arrastradas al torbellino del capital transnacional”. Esta industria se convertirá en un claro ejemplo de “modernidad canalla” (Bartra, 2015:9).

            3.  La guerra de castas

Es dentro del contexto descrito recientemente donde, a la par del desarrollo de la implantación de la industria henequenera, se lleva a cabo la llamada “Guerra de Castas”, rebelión armada conformada por campesinos mayas que da inicio en 1847 y que es motivada por la “explotación predominante entre los trabajadores del campo –a causa de impuestos y despojo de la tierra-, así como los movimientos políticos que se desarrollaron en las clases dominantes” (Preciado, 2001:20). De acuerdo con Preciado Silva, esta lucha se puede entender como un “movimiento social rural” que se caracteriza por contar con una serie de etapas las cuales permiten que una “rebelión” termine por constituirse en un “movimiento político” que puede ser catalogado como “rebelión por la autonomía comunal”. Es decir, se trata de una “expresión del fenómeno étnico regional” que se caracterizan por la búsqueda de una “organización social específica para el reparto o usufructo de la tierra y una jerarquía política propia” (2001:8).


Por otra parte, no existe un consenso con respecto a los grupos que conformaron este movimiento armado que se caracterizó por contar con un ejército más bien improvisado; sin preparación militar alguna; de carácter fragmentario y con tendencia al seguimiento de líderes carismáticos. En este sentido es posible hallar dos hipótesis encontradas. Una de ellas menciona que el conflicto fue encabezado por indígenas que padecían el régimen caciquil; mientras que la otra afirma, en un sentido completamente distinto, que “la guerra brotó entre los campesinos libres y poco colonizados del oriente, conocidos como los «huites»” (24). No obstante, más allá de la polémica con respecto a estas hipótesis contrarias, es necesario mencionar que muy pronto esta rebelión mostró fisuras y divisiones al interior, producto del enfrentamiento entre líderes, lo que ocasionó que se conformaran tres facciones principales: “1. Independientes pacíficos del sur. 2. Independientes rebeldes del oriente. 3. Fieles, dependientes (mayoría)” (26).


Un elemento más que resulta importante destacar es la periodización que Preciado Silva hace de la “Guerra de castas”; dividiéndola en tres fases. A la primera de ellas la llama “Fase legal y prepolítica del movimiento”, y esta se caracteriza por el agotamiento de las instancias legales antes de recurrir al recurso de la violencia (24); la segunda la denomina “Periodo de guerra intensa” y esta abarca de los años 1847 a 1854. En esta etapa de la lucha los grupos mayas tienen importantes avances en el terreno militar y llegan a ocupar y dominar más de la mitad del territorio del estado, lo que genera que “los blancos” se refugien en Mérida y Campeche. Sin embargo, la toma de estas ciudades nunca se llega a concretar debido al retiro de los rebeldes (25). Por último, se encuentra la etapa de “Guerrilla de resistencia” que va de 1855 a 1901, y que se caracteriza por una etapa de repliegue y aislamiento por parte de los indígenas rebeldes, a causa de las incursiones militares realizadas por el general Ignacio Bravo. Este hecho generará una dinámica de “guerra de guerrillas” la cual se caracterizaba por la realización de “esporádicos ataques a regiones enemigas” por parte de los cruzob (“los de la cruz”) grupo indígena que resistió hasta 1902, año en que “se separaba la región oriental de la península creándose el Territorio Federal de Quintana Roo” (26-27).


Finalmente, luego de las derrotas militares que se fueron presentando tras la decisión de no tomar Mérida por parte del ejército rebelde, los campesinos mayas, que buscaban seguridad, se vieron orillados a aceptar “contratos que los comprometían a trabajar de 10 a 15 años de servidumbre en las haciendas henequeneras” (32). Estos sucesos facilitaron que el general Ignacio Bravo realizara la toma de Chan Santa Cruz, el último bastión de los cruzob, el 4 de mayo de 1901, declarando así el fin oficial de la “Guerra de Castas”. Sin embargo, resulta importante mencionar que los cruzob no negociaron nunca el fin del conflicto con las autoridades estatales o federales. Fue en todo caso la firma de un convenio entre Inglaterra –principal proveedor de armas del ejército rebelde- y el gobierno mexicano en 1893, lo que impidió que el tráfico de armamento se siguiera realizando en beneficio de los mayas. Al final, fue este hecho lo que inclinó la balanza en favor de los hacendados yucatecos y precipitó la derrota de los cruzobs.   

            4. La llegada de la Revolución a Yucatán

En la actualidad parece existir cierto consenso en algunos trabajos historiográficos con respecto al carácter burgués de la Revolución mexicana. Al respecto, Enrique Semo afirma que “La revolución mexicana es el concepto fundamental de la ideología burguesa en nuestro país” (1986:135). Siendo así es posible afirmar que este proceso social vino a fortalecer las bases materiales del desarrollo capitalista en México (Aguilar Camín, 1986:12-13)[3], puesto que terminó por desmoronar el “Antiguo Régimen liberal-oligárquico” (Gilly, 2003:37) y dio paso a un nuevo orden político que algunos estudiosos han calificado de bonapartista. En este sentido, Carlos Sevilla menciona lo siguiente con respecto al término acuñado por Karl Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte:

La manera en que México se desarrolló dentro de la estructura de la división internacional del trabajo produjo profundas contradicciones en la formación social interna. Estas contradicciones, que encontraron su expresión más radical en la insurrección campesina a través de casi todo el país, produjeron una revolución peculiar. […] ni la burguesía ni el proletariado de México habían alcanzado la madurez necesaria para dirigir una reorganización de la sociedad. El resultado de esto fue que se produjo un vacío político que duró alrededor de una década, durante la cual tuvo lugar una larguísima guerra civil […] los grupos que se formaron durante la guerra civil establecieron un gobierno bonapartista.

El bonapartismo mexicano se caracteriza, como otros gobiernos bonapartistas que algunos países han experimentado, pos su papel de árbitro entre las clases en pugna, cuyas fuerzas están enteramente divididas (1975:201).

 Sólo así, mediante la instauración de un régimen político con las características recientemente descritas, es posible entender “la conciliación de clases y grupos que integraban la sociedad posrevolucionaria” (Córdova, 1973:268) y que se encontraban reconocidas en la Constitución de 1917. 


No obstante lo anterior, resulta pertinente plantearse una serie de cuestionamientos con respecto al carácter innegable, pero no por ello, exclusivamente burgués de la Revolución mexicana. En este sentido, resulta claro que la gran gesta armada del siglo XX en México no fue un proceso homogéneo y monolítico, integrado por demandas puntuales que apuntaran hacia la construcción de un solo proyecto de nación, o conformado por actores unificados en torno a un único programa de lucha. Este amplio abanico de posturas político-ideológicas y de demandas variadas y heterogéneas dio como resultado la conformación de cuatro facciones que se caracterizaron por contar –a diferencia del maderismo, el carrancismo y el obregonismo- con una fuerte base campesina y proletaria. Tres de ellas son descritas por Arnaldo Córdova como “La otra revolución” (142), y estas eran encabezadas por Francisco Villa, Emiliano Zapata y Ricardo Flores Magón (144-147). La otra vertiente, a la cual Córdova no hace alusión, es la encabezada por Felipe Carrillo Puerto en Yucatán.

Siendo así, es necesario observar que el primer atisbo revolucionario en la península yucateca ocurre en 1909, cuando José María Pino Suárez decide contender por la gubernatura del Estado, al igual que Delio Moreno Cantón y Enrique Muñoz Arístegui. Luego de la contienda electoral, asume el cargo Muñoz Arístegui, candidato oficialista que -como ya se mencionó- mantenía fuertes vínculos comerciales con Olegario Molina. La elección generará una enorme desconfianza y esto orillará al surgimiento de “La primera chispa de la Revolución”, un levantamiento armado en la ciudad de Valladolid, Yucatán, el 4 de junio de 1910 (Berzunza, 2001:13). A la postre, la administración de Muñoz Arístegui se caracterizará por un presentar un cúmulo de situaciones conflictivas, hecho que lo orillará a abandonar el cargo para ser sustituido por el Gral. Luis C. Curiel, el último gobernador porfirista. Ya para 1911, y luego del destierro de Díaz y del triunfo maderista, Pino Suárez asumirá la gubernatura del Estado por un breve período (Orosa, 1983:25).

Posteriormente, y luego del desenlace de “La decena trágica”, cuatro hombres distintos -todos cercanos a Victoriano Huerta- gobernaran Yucatán entre 1913 y 1914. Sin embargo, esta situación comienza a cambiar luego de que las fuerzas usurpadoras de Huerta son derrocadas y en 1914 Carranza designa al teniente coronel Eleuterio Ávila como gobernador del Estado. Este personaje decretará la liberación de mozos mediante la cancelación de cualquier tipo de deuda de parte de los peones (Bartra, 2015:16). Posteriormente, en 1915, nuevas fuerzas carrancistas encabezadas por el general Salvador Alvarado llegarán a Yucatán con el objetivo de sofocar el levantamiento separatista del también carrancista Abel Ortiz Argumendo, sucesor de Ávila (SEP, 2014:51). Es así como Alvarado, “con su muy particular ideología basada en las tesis anarcomagonistas” (Gill, 2012:14) impulsa el desplazamiento de los mozos fuera de las fincas y haciendas en busca de trabajo. Este hecho sólo se puede dar mediante de un nuevo decreto tendiente a la eliminación de las tiendas de raya (Bartra, 2015:15), situación que genera una enorme resistencia por parte de la oligarquía yucateca, la cual se traduce en levantamientos que son fácilmente derrotados por Alvarado, quien finalmente es impuesto como gobernador del estado por parte de Carranza[4].

Ya como gobernador, Alvarado desarrolla las siguientes acciones:

Durante su administración, liberó al indio y al mestizo; dignificó a la mujer celebrando el primer Congreso Feminista en México (1916); fundó escuelas en el campo; impulsó las asociaciones obreras, se instaló una filial de la Casa del Obrero Mundial; organizó sociedades cooperativas; fundó bibliotecas populares y centros de enseñanza laica, como las escuelas de Agricultura, de Artes y Oficios, de Bellas Artes y la Libre de Derecho; […] destruyó los trust extranjeros regenteados por el español Avelino Montes y Olegario Molina; salvó la producción henequenera de la sobreexplotación; […] implantó la jornada de trabajo de ocho horas; […] expidió una importante ley de expropiación de tierras. (SEP, 2014:51-52).


Como se puede observar, Alvarado es un “un reformador que, como Saint Simon, confiaba ciegamente en el progreso científico y como Henry George creía en un capitalismo con rostro humano” (Bartra, 2015:24) Esta concepción política que logra desarrollar en Yucatán sobre lo que debe ser la revolución, lo llevará a establecer una alianza estratégica con los pequeños productores de henequén y con la clase obrera de la península para contar con una base social que le permita concretizar reformas progresistas que beneficien a los campesinos mayas. Esto le facilitará entablar una renegociación de las condiciones de producción y venta del henequén tanto con los finqueros más poderosos de Yucatán (“la casta divina” que es como el propio Alvarado los llamará) como con las transnacionales estadounidenses. No obstante, a decir de Bartra, la visión de Alvarado sigue estando sesgada con respecto a los indígenas, a quienes considera seres incapaces de comprender la necesidad imperiosa del progreso y a quienes es necesario educar, con la intención de convertirlos en seres productivos (24).


Posteriormente, Alvarado se ve obligado a dejar la gubernatura del Estado el 1 de febrero de 1918, debido a que el artículo 115 de la recién promulgada Constitución le impedía seguir al frente del estado por no ser originario de Yucatán (Moreno, 2005:15). Ante esta situación, Álvaro Torre Díaz queda al mando y Felipe Carrillo Puerto es electo gobernador interino. Posteriormente, el Partido Obrero Socialista (POS)[5] que surge “bajo los auspicios de Alvarado, el 2 de junio de 1916” (Berzunza, 2001:19) postula al sindicalista ferrocarrilero Carlos Castro Morales como candidato a gobernador, quien competirá contra el Partido Liberal Yucateco (PLY) el cual encabezaba Bernardino Mena Brito -hombre cercano a Venustiano Carranza- y que tenía como principal objetivo, debilitar la influencia del socialismo en la península, ya sea por la vía electoral o por la vía de la armas. A decir de Orosa, “la campaña electoral tuvo perfiles peculiares que mostraron el inicio de una prolongada lucha” (1983:36), lo que llevó a un clima de intolerancia y violencia originada por las diferencias surgidas debido a la gestión de Alvarado.

Finalmente, Castro Morales gana la elección y su triunfo abre paso a la “primer legislatura revolucionaria del estado”, y a que él se convierta en “primer mandatario constitucionalista de la era revolucionaria, y primer gobernante que provenía de la clase obrera” (37). Es así como la causa socialista toma fuerza y genera un fuerte malestar en Carranza, quien no estaba dispuesto a permitir que el proyecto de transformación social que había comenzado Alvarado y que ahora se radicalizaba con la adopción de la lucha de clases como estrategia, continuara fortaleciéndose (39). En este sentido es necesario mencionar que a partir de 1919 se desata en el estado una fuerte campaña de represión en contra del Partido Socialista de Yucatán (PSY) -nuevo nombre del POS- la cual es orquestada desde la capital. Siendo así, el local de las oficinas centrales del PSY son incendiadas y sus militantes perseguidos y encarcelados. “Perseguían ciudadanos, los masacraban, quemaban las casas de los campesinos y quemaban los locales del Partido” (Berzunza, 2001:33). Sin embargo, para 1920, el “Movimiento de Agua Prieta, que dio al traste con el régimen carrancista” y que era acaudillado por Álvaro Obregón, Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles, permitirá que el proyecto del PSY se implante en la península, gracias a la enorme base que había construido mediante la conformación de las Ligas de la Resistencia (Castro, 2014:192). En este sentido, será Felipe Carrillo Puerto el personaje que se posicione como el principal constructor del “socialismo olvidado de Yucatán”.


4. Estudio biográfico sobre Felipe Carrillo Puerto

Felipe Santiago Carrillo Puerto, también conocido como “El Cristo Rojo”, “El Apóstol de la Raza de Bronce” o “El dragón de los ojos  verdes” (INEHRM, 1985:11) nació en la ciudad de Motul, Yucatán, el 8 de noviembre de 1874[6]. Es el segundo de 14 hijos que procrean Justiniano Carrillo y Adela Puerto. Su padre era un militar retirado que durante algún tiempo tuvo a su cargo la jefatura política de Motul, y que para el momento en que nace Felipe Carrillo Puerto es dueño de una  tienda (Orosa, 1983:17-18). Como se puede observar, el nacimiento de Carrillo Puerto se da dentro del contexto de una dinámica social sumamente convulsa, ya que además de la implantación de la industria henequenera y la Guerra de Castas, en 1876 es lanzado el Plan de Tuxtepec por parte de Porfirio Díaz, desconociendo el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, situación que orillara a Eligio Ancona, gobernador de Yucatán, a deponer el cargo manos del general Protasio Guerra (13-14). Es dentro de este complejo entretejido social donde Carrillo Puerto aprende el maya con gran fluidez; y aunque su educación formal es poco extensa (sólo concluye la primaria), se sabe que en su juventud tiene oportunidad de leer a Proudhon, Kropotkine, Bakunin, Reclus y Marx, gracias a la influencia de un párroco español de Motul llamado Serafín García (18-19).         

Desde muy joven se involucra en protestas realizadas por las poblaciones campesinas de la región. Prueba de ello es su breve encarcelamiento en el año de 1892 –antes de cumplir la mayoría de edad- el cual fue motivado por encabezar el derrumbamiento de una cerca construida por hacendados del poblado de Dzununcán, la cual impedía el paso a la población de Kaxatah (INEHRM, 1985:11). En 1907 vuelve a visitar la cárcel –esta vez por un lapso de dos meses- acusado de “ultraje a funcionarios públicos”, cargo impuesto debido a las fuertes críticas que realizadas en contra el gobernador Olegario Molina Solís desde el diario El Heraldo de Motul, propiedad del poeta Delio Moreno Cantón (Oroza, 1983:23). Posteriormente, en el año de 1909, Carrillo Puerto forma parte del Centro Electoral Independiente, el cual postula como candidato para la gubernatura de Yucatán al mismo Moreno Cantón, quien competía contra José María Pino Suárez -candidato de filiación maderista- y contra Enrique Muñoz Arístegui, gobernador interino del estado que pretendía reelegirse en el cargo y que contaba con la protección y el apoyo de Molina Solís (Castro, 2014:190), que había dejado el cargo para convertirse, como ya se mencionó antes, en Secretario de Fomento de Porfirio Díaz. Durante este periodo, Carrillo continua con su labor periodística en El Heraldo de Motul, el cual es clausurado por las autoridades estatales, y en el Diario de Yucatán, que también es propiedad de Moreno Cantón (INEHRM, 1985:12).     +
    
Ya en 1911, poco después del levantamiento maderista, Carrillo Puerto hace un viaje a Nueva York para conseguir ayuda financiera y armas en favor de la Revolución (Castro, 2014:191). De regreso en Yucatán, y con Pino Suarez como gobernador designado por la legislatura local, Carrillo Puerto es encarcelado por el asesinato de Néstor Arjonilla y permanece en la cárcel hasta 1913 (Orosa, 1986:25). Con respecto a este suceso, se cuenta con información coincidente en el sentido de que Arjonilla había sido contratado por parte de algunos hacendados henequeneros para que asesinara a Carrillo Puerto. No obstante, este falla en su cometido y Carrillo, en defensa propia, termina asesinándolo[7]. Siendo así, Felipe Carrillo Puerto aprovecha su estancia de poco más de un año en la cárcel para traducir al maya la Constitución de 1857. Ya una vez puesto en libertad, y con la llegada a la gubernatura por parte del carrancista Eleuterio Ávila, Carrillo Puerto decide salir del estado para unirse brevemente a las filas del General Manuel Castilla Brito en Campeche, y posteriormente a las de Emiliano Zapata en Morelos (Berzunza, 2001:16). Al respecto, Moreno Acevedo escribe lo siguiente:

Atraído por el movimiento zapatista, Felipe le escribió al general Emiliano Zapata y le manifestó sus simpatías por las propuestas del Plan de Ayala. La respuesta fue pronta y marchó al centro del país. Carrillo destacó en las filas zapatistas y alcanzó el grado de coronel de caballería. Además, formó parte de la Tercera Comisión Agraria del distrito de Cuautla. (2005:14).

Sin embargo, para 1915, y luego de la llegada del General Salvador Alvarado a Yucatán, Carrillo Puerto decide regresar a su tierra natal tras enterarse de que se está realizando un reparto de tierras en beneficio del campesinado maya, y tras una breve estancia en “Nueva Orleans, donde su presencia no pasa desapercibida al cónsul de México” (Bartra, 2015:31) llega a la península y busca entrevistarse con Alvarado, quien paradójicamente decide encarcelarlo por sus posturas anti-constitucionalistas, las cuales se han fortalecido tras su experiencia con el zapatismo. No obstante, Carrillo Puerto es liberado con prontitud para adherirse a las acciones emprendidas por el gobierno revolucionario y es puesto al frente de la Comisión Agraria de Yucatán, lugar desde el cual desarrolla un gran activismo político en favor del recién formado Partido Socialista Obrero (PSO). “Bajo los auspicios de Alvarado, el 2 de junio de 1916, se conformó el Comité Organizador del Partido Socialista Obrero […] Los objetivos del partido eran mínimos: el mutualismo, el cooperativismo y la bolsa de trabajo.” (Berzunza, 2001:19). El naciente organismo político estaba “integrado por la corriente anarcosindicalista de la Casa del Obrero Mundial” (Moreno, 2005:15).  

Una vez al frente de la Comisión Agraria de Yucatán, Carrillo Puerto realiza una importante labor que Oroza describe en los siguientes términos:

Como propagandista en lengua maya –de la que tenía un extraordinario dominio […]- Felipe Carrillo Puerto recorrió el territorio yucateco llevando a pueblos y haciendas de las diversas categorías, la doctrina revolucionaria y explicando el contenido y el alcance de cada una de las leyes y medidas promulgadas en favor de los campesinos. (1983:34).

Esto le permitió al POS integrar una base campesina que no había sido tomada en cuenta al momento de ser fundado, mediante la creación de las Ligas de la Resistencia,

especie de «soviets» locales coordinados por una Liga Central en Mérida. Los hacendados y dueños de empresas vieron con asombro cómo sus peones y empleados se agrupaban en las «ligas», acudiendo a las reuniones y mítines socialistas donde escuchaban palabras como «lucha de clases», «capitalismo» y «plusvalía»” (Sandoval Viramontes y Mantilla Gutiérrez, 1994:163 apud Castro, 2014:192).

Las Ligas de la Resistencia se caracterizaron por contar con una “estructura de base que hacía de la Organización Revolucionaria Yucateca partido de masas” (Bartra, 2015:30). Además de su labor al frente de la Comisión Agraria de Yucatán, iniciada en 1915, Carrillo Puerto se postulará en las elecciones convocadas para integrar el Congreso Constituyente de 1916-1917 y será electo como suplente de Manuel González. Sin embargo, nunca participará en las sesiones realizadas en Querétaro (Orosa, 1983:35).

Por otra parte, en 1917, Alvarado se ve obligado a declinar en sus aspiraciones por mantenerse como gobernador del estado, debido a la promulgación de la Constitución, la cual le impedía seguir en el cargo por no haber nacido en Yucatán. Debido a ello se designa como candidato a Carlos Castro Morales, ferrocarrilero sindicalista que fungía como presidente del POS. Castro Morales renuncia a la dirigencia del Partido y en su lugar es electo Carrillo Puerto, quien rebautiza al POS con el nombre de Partido Socialista de Yucatán (PSY) (Berzunza, 2001:20). De esta manera, Carrillo establece los “lunes rojos” y los “jueves agrarios”,  acciones que le facilitan el establecimiento de un “contacto permanente con los campesinos, así como contribuir a su formación ideológica y política” (Moreno, 2005.15). En 1918 Alvarado deja la gubernatura del estado y queda a cargo de manera provisional Álvaro Torre Díaz. Sin embargo, el 16 de marzo es electo como gobernador interino Felipe Carrillo Puerto, quien para ese momento era el hombre más importante en la escena política de Yucatán. En esta primera experiencia al frente del Estado, la cual dura menos de un mes (13 de noviembre al 2 de diciembre del 1918), promulga “un nuevo Código de Trabajo del Estado de Yucatán”, y en noviembre de ese mismo año es electo “diputado local y presidente de la legislatura correspondiente” (15).

El año de 1918 es fundamental en el proceso revolucionario de Yucatán, ya que las elecciones para la gubernatura son ganadas por el PSY, que para ese momento aglutinaba no sólo a obreros y campesinos, sino también a grupos de artesanos organizados (Berzunza, 2001:25). El candidato del PSY, Castro Morales, vencería en las urnas al Coronel Bernardino Mena Brito, apoyado por Carranza y postulado por el Partido Liberal Yucateco (PLY), organismo de reciente creación que había sido formado, exprofeso, para detener el avance del socialismo que encabezaban el PSY, las Ligas de la Resistencia y Carrillo Puerto en el estado. En ese sentido, la exitosa campaña electoral del PSY ejemplifica con claridad lo que Orosa Díaz describe acertadamente de la siguiente manera:

en Yucatán, la campaña electoral tuvo perfiles peculiares que mostraron el inicio de una prolongada lucha entre quienes se inclinaban por la transformación social y política de acuerdo con los postulados revolucionarios y el amparo de los nuevos ordenamientos constitucionales, y los que, inconformes con dichos fines reformistas, buscaban las oportunidades democráticas que ofrecía la estructura institucional creada por el Congreso de Querétaro, para oponerse a ella, en concordancia con su extracción conservadora y la lógica defensa de su interés (1983:36,37).

La situación arriba descrita muestra la manera en que la lucha de clases en Yucatán comenzaba a entrar en una etapa claramente ascendente. Un ejemplo más de ello es el Primer Congreso Obrero Socialista de Motul, realizado del 21 al 31 de marzo de 1918, y que fue presidido por Carrillo Puerto, quien tuvo una participación fundamental y que para esos momentos se desempeñaba ya como diputado local. El Congreso aprueba, entre muchas otras cosas, la creación de Cooperativas de consumo; la educación pública y rural con métodos pedagógicos extraídos de la escuela racionalista; y la creación de Ligas femeniles que fomenten los derechos políticos de la mujer (Berzunza, 2001:28). De igual manera, destaca la presencia del socialista rumano-estadounidense Roberto Haberman y la adopción de una “fraseología de un comunismo marxista” que se ve reforzada por “la difusión en México del Manifiesto Comunista y otros escritos de ese tenor, desde finales del siglo XIX, y la lectura El Capital, por lo fundadores del PSO” (Bartra, 2015:33).

Aunado a ello es posible mencionar que la otra gran influencia del Congreso lo constituye el triunfo de la Revolución bolchevique encabezada por Lenin en 1917, la cual había permitido a los soviets tomar el poder en la Rusia zarista (Gill, 2012:16). Con base en lo planteado recientemente es posible afirmar que la lucha revolucionaria iniciada en Yucatán en 1909 adoptaba para estos momentos una línea marxista claramente definida que enarbola la lucha de clases, el papel del proletariado como el sujeto histórico más revolucionario de la sociedad y la abolición de la propiedad privada de los medios de producción[8]. Este hecho permitirá al partido abandonar el enfoque populista[9] implantado por Alvarado y adoptar un enfoque popular[10], que es el modelo implantado por Carrillo Puerto. Prueba tangible de ello es la lucha por la tierra. Durante el gobierno alvaradista, “apenas se registran 14 solicitudes de dotación –menos de 5 por año-, el gobierno siguiente recibe 130; 26 anuales” (Bartra, 2015:37).

Para esos momentos se hace evidente una clara transición en la lucha de clases que hasta antes de 1915 se había dado de forma velada, y que con la llegada al poder por parte de Castro Morales inicia una nueva e inevitable etapa de franca y abierta confrontación, suceso que generó una lógica agudización de las medidas represivas por parte del gobierno de Carranza en contra del PSY, las Ligas de la Resistencia y Carrillo Puerto. Siendo así, el General carrancista Luis N. Hernández comenzó en noviembre de 1918 una serie de persecuciones en contra de líderes socialistas de Yucatán, hecho que obligará a pedir licencia al gobernador Castro Morales, dejando en el cargo de manera provisional a Carrillo Puerto, quien enviará un “extenso telegrama a […] Venustiano Carranza delineándole todas las agresiones […] de las operaciones y su insistencia en violar la soberanía de Yucatán” (Berzunza, 2001:33-34). Posteriormente, en noviembre de 1919, bajo las órdenes del Coronel Isaías Zamarripa, serán incendiadas las oficinas de la Liga Central del PSY y se iniciará una ardua persecución en contra de todos los socialistas del Estado (el “zamarripazo”). En estos momentos, el punto en torno al cual gira esta ola represiva es la sucesión presidencial. Carranza había decidido imponer como su sucesor al embajador en Washington, el Ing. Ignacio L. Bonillas, hecho que había generado una confrontación con Álvaro Obregón, candidato al que el PSY había ofrecido su apoyo.

Dentro de este contexto político lleno de algidez, el cual se encontraba estrechamente relacionado con la crisis en los precios del sisal; la reducción de exportaciones y  plantaciones; la disminución de la demanda de la fuerza de trabajo y la reducción de los ingresos de los peones; “la conciliación de clases se vuelve insostenible” (Bartra, 2015:37).  Es así como en Yucatán se llevan a cabo elecciones para votar diputados locales y jefes de ayuntamiento. Estos comicios “adquirieron resonancia nacional por haber sido la primera confrontación de dimensión local de las dos corrientes políticas que participarían en la campaña presidencial”, por lo que la contienda resultará sumamente reñida y se verá manchada por los “atropellos contra los socialistas, para evitar el triunfo de estos y suspender las elecciones” (Orosa, 1983:44). En este sentido, es posible afirmar que fue el “zamarripaso” lo que inclinó la balanza en favor del Partido Liberal Yucateco. Luego del incendio de las oficinas del PSY, Carrillo Puerto será apresado y expulsado de Yucatán y la legislatura ilegal entrará en funciones el 1ro de enero de 1920.

No obstante lo anterior, lo que más se destaca en ese momento es la violencia y ferocidad con la que se enfrentaron en esos momentos tanto socialistas como liberales. La delicada situación orilló al General Plutarco Elías Calles a pronunciarse mediante un boletín que en el cual se mencionaba que Yucatán se había convertido en una “cafrería. Los crímenes que allá se han consumado por la exaltación de los líderes de los Partidos Socialista y Liberal, no tienen calificativo” (Berzunza, 2001:38). Las Ligas de la Resistencia comienzan la estrategia de quema de haciendas (Ticopó, Kantoina, Nabanché, Hunkanab, Bella Flor, Santa María, Mulsay, San Juan Kop, Yaxcacab, Itzincab, Tekik, etc.) (Bartra, 2015:38). Por otra parte, Mario Gill afirma que “se habló, inclusive, de hechos en los que el odio de clases parecía haber desbordado las fronteras humanas: se mencionó el caso de alguien que bebió en una jícara la sangre de su enemigo después de darle muerte” (2012:18). Más allá de la rumorología, es un hecho claro que para esos momentos, las lucha de clases en Yucatán se había agudizado como en pocas regiones del país.

Una vez que Carrillo Puerto es expulsado del estado, y ya con la implantación ilegal de la legislatura liberal, se buscó el aniquilamiento inmediato del PSY mediante la expulsión de toda la burocracia perteneciente a este órgano y el desmantelamiento del Tribunal Superior de Justicia (Orosa, 1983:45). Además de ello, se continúa con una fuerte represión en contra de sus integrantes, quienes padecen de persecuciones y masacres. Sin embargo, y a pesar de que Carrillo Puerto está fuera de Yucatán, el partido no flaquea gracias a su fuerte raigambre popular, lo cual lo lleva a adoptar el clandestinaje para evitar perecer (Berzunza, 2001:40). Aunado a ello, el gobernador “Castro Morales, un personaje sin fuerza propia” (Bartra, 2015.36) a pesar de su extracción socialista, comienza a mostrar debilidades frente a la presión que ejerce el constitucionalismo desde el centro. Sus constantes licencias para viajar a la capital a entrevistarse con Carranza terminarán por debilitarlo políticamente en la península. Finalmente, Castro Molarles abandonará al “Partido Socialista y prohijará el partido civilista que apoya la candidatura del Ing. Bonillas” (Berzunza, 2001:40).

Por su parte, Carrillo Puerto se unirá en abril de 1920 al Plan de Agua Prieta, que desconocía a Venustiano Carranza como presidente y nombraba a Adolfo de la Huerta como Jefe Supremo del Ejército y del movimiento “reivindicador de la democracia y la ley”[11]. De acuerdo con Orosa Díaz, Carrillo Puerto se puso bajo las órdenes del General Enrique Estrada Reynoso y libró intensas batallas en Zacatecas y Jalisco contra las fuerzas carrancistas (1983:46-47). Luego del asesinato de Carranza en Tlaxcaltongo, Puebla, el 21 de mayo de ese año, el Congreso de la Unión, que contaba con amplia mayoría obregonista, nombrara como presidente interino a Adolfo de la Huerta. Finalmente, Carrillo Puerto regresará a Yucatán “el 18 de julio de 1920 siendo objeto de una extraordinaria recepción en el puerto de Progreso” (48). Por su parte, el gobernador Castro Morales, quien ahora era visto como detractor del proyecto socialista de Yucatán, renunciará definitivamente al cargo y huirá del estado con rumbo a Cuba. Su lugar será ocupado por el también socialista y colaborador de Carrillo Puerto, Enrique Recio, quien durará poco en el cargo. Después de él figurarán como gobernadores Gustavo Cuevas, Hircano Ayuso, Manuel Berzunza y Antonio Ancona Albertos, quien será designado por el Senado de la República (Berzunza, 2001:41).

A la par de la designación de gobernadores, en Yucatán se organizan elecciones para diputaciones federales y Carrillo Puerto es electo, al igual que Edmundo G. Cantón, para ocupar una curul por el PSY (Orosa Díaz, 1983:48). A pesar de que en este momento se presenta una clara oportunidad para que Carrillo se adueñe de la gubernatura de Yucatán, él decide rechazarla por considerar que se trata de un “cuartelazo político” y por tanto una traición al pueblo. En ese mismo sentido recrimina las tendencias oportunistas del PSY, que buscaban obtener una diputación local (Bartra, 2015:39). Por su parte, su labor como diputado federal le permitirá acercarse a personajes tales como Luis N. Morones, Emilio Portes Gil, o Antonio Díaz Soto y Gama. Es probable que el suceso más notorio de Carrillo Puerto durante el ejercicio de su nueva diputación sea el discurso completamente incendiario que dirigió, desde un balcón de Palacio Nacional, a obreros huelguistas que se manifestaban por medio de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en septiembre de 1920. Esta acción fue duramente recriminada por Adolfo de la Huerta. Las palabras de Carrillo Puerto fueron las siguientes:

Si los comerciantes monopolizan provisiones y ustedes no tienen pan, vayan a las tiendas, echen abajo las puertas y saqueen todos los productos. Vamos a dinamitar la Cámara de diputados, clausurar el Senado y acabar con la Suprema Corte. ¡Ya basta de manifestaciones pacíficas! ¡Ya basta de chácharas huecas! Debemos implantar los principios de los bolcheviques. Vamos a izar la bandera roja…En lugar de tocar las campanas en domingo, vamos a fundirlas para hacer monedas de bronce. Si hay necesidad, vamos a derribar y destruir para construir los altos ideales del comunismo. La distribución de la tierra, un aumento de los salarios, son cosas que solo pueden obtenerse por la fuerza, no con manifestaciones pacíficas (Castro Martínez, 2014:193).

Una vez que el Plan de Agua Prieta logrará sus objetivos, Ancona Albertos[12], quien nunca ocultó su simpatía por el Partido Socialista, pudo desempeñarse como gobernador de Yucatán (Gill, 2011:22). Este hecho coadyuvó a la restauración política de Carrillo Puerto, que ya en ese momento era la figura política más destacada del Estado. Prueba de ello fueron las expulsiones del Partido Socialista del Sureste (PSS) -el nuevo nombre del antiguo Partido Socialista de Yucatán-, de Salvador Alvarado, quien en ese momento pedía en sus intervenciones públicas acabar con el PSS (Barzunsa, 2001:52), junto con Enrique Recio, Felipe Rosas Garibaldi, Teodosio Erosa y Wenceslao Martínez (Orosa, 1983:50). Posteriormente a este hecho, se realizará en la ciudad de Izamal, del 15 al 20 de agosto de 1921, el Segundo Congreso Obrero Socialista, el cual había sido aplazado debido a que los acontecimientos políticos presentados en el Estado en 1919 (el “zamarripazo”) habían impedido su realización.

Tal congreso acordó la ampliación de la estructura del mencionado partido para justificar su nombre de Partido Socialista del Sureste y la creación del Consejo Federal de Ligas de la Resistencia en el cual podrían participar los representantes autorizados de los partidos socialistas de Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas. Su mesa directiva quedó constituida por Felipe Carrillo Puerto, como presidente; Juan Rico, representante de la […] CROM como vicepresidente; Miguel Cantón y Luis Torregosa, como secretarios y Agustín Franco Villanueva y Manuel Méndez Blengio, como pro-secretarios (Orosa Díaz, 1983:49).

En Izamal se conformará un temario de 14 puntos de entre los cuales destacan el 1ro, que hablaba sobre la fidelidad de los socios del Partido Socialista del Sureste (PSS), nuevo nombre adoptado por el antiguo PSY; el 3ro, que rechazaba a la reelección de cargos públicos; el 4to, que establecía “las cualidades sociales” que debían reunir los candidatos para cargos públicos surgidos de las Ligas; el 7mo, que trataba sobre “las finalidades comunistas que desde el punto de vista agrario, industrial y económico deben perseguir las ligas de la resistencia”; el 8vo, el cual  planteaba que la riqueza agrícola e industrial del estado debe pasar a manos de las ligas de la resistencia; el 9no, que mencionaba la socialización por parte del gobierno de los servicios públicos (tranvías, luz y fuerza eléctricas, etc.); el 12avo, encaminado a la construcción de la “federación de las ligas del Partido Socialista del sureste y las del Partido Socialista Agrario de Campeche”; o el 14vo, en el cual se discutió si era necesario o no adherirse a la Tercera Internacional Socialista de Moscú[13] (INEHRM, 1985:37-38).

En este sentido, resulta por demás interesante lo planteado en la resolución del tema 14, en el cual se decide no adherirse a la Tercera Internacional de Moscú, pero sí declarar “enfáticamente estar de acuerdo con los movimientos encaminados a la transformación social del universo” (57). A decir de Berzunsa Pinto, la decisión sobre la no adhesión a la Tercera Internacional se tomó luego de una discusión bastante ríspida entre la cúpula del Congreso, ya que Carrillo Puerto, que en ese momento había conseguido entablar relaciones con importantes dirigentes socialistas del mundo (el primer ministro socialdemócrata Eber de Alemania; Samuel Grompers, secretario general de la American Federation of Labor; o los “eminentes socialistas argentinos José Ingenieros y Dr. Alfredo Palacios [Berzunsa, 2001:46-48])  se manifestaba por el sí. No obstante, los delegados de la CROM, encabezados por Samuel O. Yúdico, Juan Rico y Emilio Múgica, persuadieron a Carrillo de no hacerlo para evitar una fricción con Obregón y Calles (2001:47-49).

Una vez concluido el Congreso de Izamal, el paso siguiente para Carrillo Puerto era conquistar la gubernatura del estado mediante el PSS -que lo postuló de manera natural- en las votaciones que se llevarían a cabo el 6 de noviembre de ese mismo año. Como era de suponerse, la elección estuvo marcada por hechos de sangre y enfrentamientos enconados entre las fuerzas reaccionarias de Yucatán, que se negaban a morir, y las fuerzas socialistas, que contaban con una poderosa base social. A tal grado llegó la situación, que “tres días antes de las elecciones el general Calles ordenó distribuir armas a los miembros de las Ligas de Resistencia” (Gill, 2012:22). En el proceso electoral participarán cuatro candidatos: Felipe Carrillo Puerto por el PSS, quien obtendrá 62,801 votos; Bernardino Mena Brito por el PLY, quien recibirá 2,888 votos; Ricardo Molina Hubbe, quien había sido postulado por el Partido Democrático -el cual estaba conformado por personas allegadas a Salvador Alvarado-, y que recibirá 431 votos; y Miguel Alonso Romero, candidato del Partido Liberal Constitucionalista, quien renuncia a la candidatura poco antes de la elección. No obstante, recibirá 12 votos. Finalmente, la elección le permitirá al PSS y a su líder indiscutible, hacerse de la gubernatura del estado el primero de febrero de 1922 (Orosa, 1983:50-51). 

Ya instalado en la gubernatura, Carrillo Puerto -que dará su primer discurso como gobernador en  maya frente a una multitud congregada en la Plaza de la Independencia de Mérida-, iniciará un periodo de gobierno que durará veinte meses. En ese lapso de tiempo se dedica a reorganizar el estado bajo la óptica de los mandatos emanados de los congresos de Motul e Izamal, a los que hace referencia en la ceremonia de protesta por la toma del poder (“igualmente prometo cumplir y hacer cumplir los postulados de los Congresos Obreros de Motul e Izamal [Rico, 1922:54 apud Bartra, 2015:56]) , y los cuales estaban encaminados a crear una “nueva sociedad y dictar leyes para el desenvolvimiento de las empresas industriales y para la protección y el desarrollo moral del pueblo trabajador” (Gill, 2012:22). El discurso de Carrillo Puerto lo alejará de la figura del gobernante y lo acercará más a la del luchador social que encabeza un partido, el cual es antepuesto a las instituciones estatales (Orosa, 1983:53).  

Lo primero que hay que decir con respecto al gobierno de Carrillo Puerto es que al momento de tomar el poder existía una “profunda crisis económica por el mercado de la fibra del henequén que no se había reestablecido en demanda y en precios, por la depresión que dejó la guerra mundial” (Berzunsa, 2001:54). Para remediar esta situación desaparecerá la Comisión Reguladora de Mercado, que será sustituida por la Comisión Exportadora de Yucatán (55). Aunado a esto, Carrillo comenzará a despachar, más que en el Palacio de Gobierno, en las oficinas de la Liga Central, acción mediante la cual hacía notar que su cargo como gobernador descansaba, más que en su “autoridad política”, en la enorme fuerza popular organizada mediante las Ligas de la Resistencia, las cuales también “cumplían funciones de agencias impulsoras del desarrollo económico y bienestar social, y de promotorías de cultura y educación en sus correspondientes jurisdicciones” (Orosa, 1983:56). En este sentido, y de acuerdo con la correspondencia que Carrillo Puerto mantenía con el destacado intelectual argentino José Ingenieros, se puede notar un intento por la construcción de lo que el sudamericano llamaba

núcleos de resistencia moral, animados por los firmes propósitos humanitarios, que tienden a impedir toda coacción injusta sobre los pueblos débiles y toda la explotación parasitaria del trabajo humano (Ingenieros apud Moreno, 2005:18).  

Además de las labores burocráticas y administrativas desempeñadas por Carrillo Puerto en las oficinas de la Liga, tuvo una enorme actividad en la calle, en contacto directo con su pueblo, gracias a la implantación de los “jueves rojos”, que le permitían visitar diferentes poblados del estado en los cuales conocía de manera directa las necesidades del campesinado (Orosa, 1983:57). Tal vez esta situación lo llevó a realizar un reparto de tierras sin precedentes, pues entre “1921 y 1923 su gobierno repartió 580 000 hectáreas, en su mayoría incultas, a cuatro pueblos para la formación de ejidos” (Castro, 2014:195). En este sentido, resulta necesario mencionar “que de 1916 a 1923, a raíz de la caída de la demanda, los henequenales se habían reducido en casi un 40%, al pasar de 36 mil a 22 mil hectáreas, provocando una contracción del empleo y el ingreso” (Bartra, 2015:40). Esto llevará a Carrillo Puerto a adoptar una política de “regreso al maíz”, consistente en revertir las prácticas del monocultivo iniciadas a mediados del siglo XIX con la implantación de la industria henequenera. El objetivo era dotar a Yucatán de una diversidad agrícola que le permitiera reducir sus importaciones y ser autosuficiente. 

Por otra parte, en lo que se refiere a su labor legislativa, el trabajo de Carrillo Puerto fue sumamente extenso y prolífico, puesto que en menos de dos años fue capaz de promulgar cerca de 30 leyes, las cuales estaban encaminadas a la modernización del estado. Entre ellas se puede mencionar la  Ley de la Escuela Racionalista, basada en los postulados del educador español Francisco Ferrer Guardia, e impulsada en México por el maestro José de Luz Mena;  la Ley para crear la Universidad del Sureste; la Ley de Patrimonio de Familia, que velaba por los intereses de las familias más desprotegidas; la Ley que obliga a la Comisión Exploradora de Henequén a depositar el 25% de sus utilidades para destinarlos al fomento de plantaciones henequeneras; y el Decreto que crea la Comisión Exportadora del Henequén, que como ya se dijo antes, sustituyó a la antigua e inoperante Comisión Reguladora del Mercado del Henequén (Berzunsa, 2001:58-59).

Desde el principio de su mandato, Carrillo Puerto mostró un enorme interés por la educación del pueblo yucateco; prueba de ello fue el discurso en maya que dio en la Plaza de la Independencia, donde se menciona la necesidad de fundar cuantas escuelas sean necesarias para que niños y adultos aprendan a leer, conozcan el castellano y puedan defender sus derechos (Orosa, 1983:54-55). Es importante notar que poco antes de que Carrillo asumiera la gubernatura, entre noviembre y diciembre de 1921, José Vasconcelos había visitado el estado y había intercambiado puntos de vista con Carrillo Puerto, en el sentido de que era necesario construir una universidad regional. Siendo así, se promulgará la Ley de creación de la Universidad del Sureste, el 24 de febrero del siguiente año. Finalmente

en Marzo de 1922 se materializó uno de los proyectos más anhelados por Carrillo Puerto, la Universidad Nacional del Sureste –integrada por Facultades de Medicina, Jurisprudencia, Ingeniería, el Instituto Literario o Preparatoria, la Escuela Normal mixta, la de Música y la de Bellas Artes-; además, se instituyó el Museo Arqueológico e Histórico de Yucatán, la Escuela Vocacional de Artes y Oficios y la Academia de Lengua Maya (Moreno, 2005:17).

A la par de esto se construyen las carreteras Mérida-Kanasín y Dzitás-Chichén Itzá; las Ligas de la Resistencia inician una campaña de alfabetización por todo el Estado; y se crea el Museo Histórico y Arqueológico y la Escuela Vocacional de Artes y Oficios  (Orosa, 1983:58-61). El otro aspecto a destacar sobre el gobierno de Carrillo Puerto fue la implementación de la política de equidad de género más avanzada de la época, pues otorga a las mujeres yucatecas –adelantándose a todo el país- el derecho a votar y ser votadas, suceso que permitirá a Rosa Torres, Genoveva Pérez, Beatriz Peniche de Ponce, Elvia Carrillo Puerto y Raquel Dzib Cicero, convertirse en las primeras mujeres en la historia del país en ocupar cargos de elección popular (Orosa, 1983:58-60). Además de lo anterior, el gobierno socialista

funda la Comisión Local Agraria; socializa la producción de los ejidos; establece los bautizos socialistas y las bodas societarias, así como la promoción del control natal. Fija el salario mínimo en la ciudad de Mérida, crea cooperativas de producción y consumo; inicia programas de socialización de la riqueza pública” (INEHRM, 1985:16).

Este importante experimento social que se gestaba en Yucatán había logrado captar las miradas de muchas partes del mundo

en 1923 el gobierno de Carrillo apoya al gobierno soviético con un envío de medicinas y otros artículos, obteniendo una respuesta de Lenin donde este le hace recomendaciones políticas para el manejo de la cuestión agraria [Irigoyen, 1974:18 apud Bartra, 2015:34]).

No obstante, llegó el fatídico año de 1923, enmarcado por la rebelión Delahuertista, que se inicia en Veracruz en los primeros días de diciembre. A la larga, la intentona de Adolfo de la Huerta por impedir la imposición de Calles será derrotada. No obstante, antes de que esto suceda, Yucatán experimentará “el crimen del miedo”, que costará la vida de Carrillo Puerto (Bartra, 2015:60). Es necesario hacer notar que el 12 de diciembre se registra en Campeche un levantamiento armado en favor de Adolfo de la Huerta, por lo que desde Yucatán son enviadas fuerzas para combatir a los alzados. Sin embargo, estas fuerzas se unen a los combatientes delahuertistas y Carrillo Puerto se ve obligado a huir de Yucatán para solicitar un aprovisionamiento de armas por parte de Álvaro Obregón para los batallones rojos que se habían conformado  en Yucatán. En este sentido, ya desde el 11 de diciembre Carrillo había escrito a la periodista norteamericana Alma Reed, informándole sobre la imposibilidad de conseguir parque (Bartra, 2015:62).

Finalmente, Carrillo Puerto queda completamente aislado ante la falta de apoyo por parte de Obregón, y la ciudad de Mérida cae en manos de las fuerzas delahuertistas, que son encabezadas por los jefes militares Juan Ricárdez Broca y Hermenegildo Rodríguez.  Carrillo es aprendido el 21 de diciembre de 1923, en “Holbox, población situada en la costa de Quintana Roo y lo enviaron a la penitenciaría Juárez de Mérida” (Moreno, 2005:21) junto con nueve colaboradores y tres hermanos suyos, Benjamín, Edesio y Wilfrido. Todos serán fusilados el 3 de enero de 1924. De acuerdo con Mario Gill, Carrillo Puerto se encontraba negociando su libertad con Ricárdez Broca, a quien le había ofrecido cien mil pesos. No obstante, un grupo de henequeneros yucatecos, al enterarse de la detención de Carrillo, decidieron doblar la oferta a Ricárdez buscando con ello su fusilamiento (2012:27-30). No es casualidad que en noviembre de ese mismo año, apenas unos días antes de que comenzara la rebelión delahuertista, se autorizara mediante decreto, “la expropiación de los henequenales que no se cultivaban” (Bartra, 2015.60). Lo cierto es que con el asesinato de Carrillo Puerto y de sus colaboradores comenzaba el desmoronamiento del socialismo en Yucatán.
 Luego del asesinato, Alma Reed, periodista estadounidense del New York Times y pareja sentimental de Carrillo Puerto, escribirá lo siguiente:

     No sólo instituyó el tipo de gobierno más moderno, sino el sistema económico y los métodos educativos más                     avanzados que hasta entonces se conocían en México. Organizó y mantuvo la primera clínica de control natal en todo     el Nuevo Mundo (bajo el auspicio del Estado); fundó la universidad en la que prevalecía la filosofía humanista;                 construyó pueblos prototipo con caminos para hacer que los campesinos pudieran trasladar fácilmente sus productos al     mercado. Además, su programa fue de gran importancia porque era de carácter internacional. Pretendía, por medio de        un atajo educativo, elevar a los millones de la tierra a un punto en el que pudieran competir con una civilización                compleja. Para empezar descartó la educación victoriana y planeó enseñarle a esos millones a los que llamaba                    inarticulados -gente sin periódicos ni radio- lo esencial de la vida moderna: higiene, ciencia básica, etc., para darles la      oportunidad de vivir una vida plena y productiva (Reed, 2015) [14].

Por su parte, Álvaro Obregón se valdrá del asesinato de Carrillo Puerto para desacreditar la rebelión delahuertista y abonar a su legitimidad política realizando las siguientes declaraciones: 

    El asesinato de Felipe Carrilo Puerto lleva pesar a las casas del proletariado y a muchos miles de seres humildes que, al     recibir la noticia, sentirán lágrimas de dolor sincero deslizarse sobre sus mejillas. Don Adolfo de la Huerta                             comprenderá la monstruosidad de su crimen cuando reciba las protestas furiosas que lanzarán los trabajadores de todo       el mundo por el asesinato de Felipe Carrillo Puerto. La sangre generosa de Felipe Carrillo Puerto es el testimonio de la     apostasía de De la Huerta. De ahora en adelante, ni él ni sus seguidores lograrán falsificar la verdad negando el origen       y proposito de su movimiento.

Finalmente, el 24 de octubre de 1924 se presenta en la XXXI legislatura la iniciativa para declarar al "apóstol" Felipe Carrillo Puerto como "Benemérito del Proletariado" y que se nombre sea plasmado con letras de oro en el salón de actos de la Cámara de Diputados. Esta iniciativa será aprobada, ya con Pascual Ortíz Rubio como presidente de la república, el 5 de diciembre de 1930 [15].  

 Bibliografía
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[1] Información obtenida de http://www.yucatan.gob.mx/menu/?id=medio_fisico (30 de octubre del 2015).

[2] Entre 1916 y 1917, “Yucatán vendió anualmente 1´220,000 pencas de henequén a 16 cs, 20 cs y 23 cs oro americano la libra. Más al terminar el conflicto bélico en Europa, se desplomaron la demanda y los precios. En 1918 y 1919, se acumuló el stock de fibra y el precio era de 7 cs la libra.” (Berzunsa, 2001:25)
[3] En el prólogo a la obra Interpretaciones de la Revolución mexicana, Héctor Aguilar Camín afirma que los autores de los ensayos que conforman dicho trabajo historiográfico (Adolfo Gilly, Arnaldo Córdova, Armando Bartra, Manuel Aguilar Mora y Enrique Semo) tienen claro “el sentido histórico de este proceso” con respecto a su carácter burgués (1986:12).    
[4] A partir de 1911, la inestabilidad política generada por el conflicto armado se ve reflejada en Yucatán, entre otros aspectos, por la cuantiosa lista de personajes que asumen el cargo de gobernador. Durante la presidencia de Francisco I. Madero (1911-1913) hay ocho cambios, los cuales son encabezados por cinco personajes distintos (José María Pino Suárez, Jesús L. González, Nicolás Cámara Valdez, Agustín Patrón Correa y Fernando Solís León); en el período de la “usurpación huertista” (1913-1914) se registran cinco cambios más protagonizados por Arcadio Escobedo, Felipe G. Solís, Prisciliano Cortés y Sebastián García; durante el enfrentamiento entre constitucionalistas y convencionistas (1914-1917) llegan al cargo Eleuterio Ávila, Toribio V. de los Santos, Abel Ortiz Argumendo, Salvador Alvarado y Álvaro Torre Díaz; en la presidencia de Venustiano Carranza (1918-1920) se encuentran Felipe Carrillo Puerto, Carlos Castro Morales, Enrique Recio, Francisco Vega y Loyo, Tomás Garrido Canabal, Enrique Recio y Antonio Ancona Albertos; y durante la presidencia de Álvaro Obregón (1921-1924) se hayan Hircano Ayuso y O´horibe, Eladio Domínguez, Manuel Berzunza, Felipe Carrillo Puerto, César Alayola Barrera, Juan Ricárdez Broca, José María Iturralde Traconis y Antonio Gual García. En realidad, no será sino hasta mediados del siglo XX cuando las gubernaturas comiencen a desarrollarse y a concluir en tiempo y forma. http://www.yucatan.gob.mx/menu/?id=cronologia_gobernadores (Consultada el 1 de noviembre del 2015). 
[5] Una de las aportaciones más valiosas por parte de Alvarado en el proceso revolucionario fue la creación del Partido Obrero Socialista (POS), en junio de 1916; principalmente por el proceso gradual de transformación que sufrirá este partido. Para octubre del mismo año, el POS realiza su primer congreso, contando con la participación de delegaciones obreras de Mérida y del Puerto Progreso, pero sin la participación de delegaciones campesinas. En este congreso se plantean la realización de acciones tales como el mutualismo, concepto desarrollado por el padre del anarquismo, P. J. Proudhone; el cooperativismo y la bolsa de trabajo (Berzunza, 2001:19).
[6] Con respecto a la fecha de nacimiento de Felipe Carrillo Puerto existe cierta ambigüedad, ya que Orosa Díaz (Felipe Carrillo Puerto. Estudio biográfico) y Castro Martínez (Felipe Carrillo Puerto: la muerte del Dragón de los Ojos Verdes.) afirman que ocurrió el 8 de noviembre de 1874. En este sentido, Lacroix Macosay confirma esta afirmación al presentar una transcripción del acta de nacimiento de Carrillo Puerto: “Al margen del lado izquierdo dice: «204, Felipe Santiago Carrillo puerto nació  el 8 de noviembre de 1974»” (1985:151). Por su parte, Berzunza Pinto (En el pórtico de la historia, biografía de Felipe Carrillo Puerto) afirma que “En la oficina del Registro Civil de la Ciudad de Motul, Estado de Yucatán, hay un acta en la cual [se registra] al niño Felipe Santiago, que nació el 18 de noviembre” (2001:9). Además de lo anterior, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (Felipe Carrillo Puerto) menciona que el nacimiento ocurrió el 28 de febrero de ese mismo año. Finalmente, tanto Armando Bartra (Zapatismo con vista al mar: El socialismo maya de Yucatán) como Mario Gill (Carrillo Puerto, Escudero y Proal. Yucatán, Acapulco y Veracruz. Tres grandes luchas de los años 20) y Moreno Acevedo (Redescubriendo a Felipe Carrillo Puerto ¿Apóstol de los mayas, ideólogo del socialismo yucateco, intelectual no reconocido?) coinciden con el nacimiento ocurrió en 1874, pero ninguno de ellos brinda una fecha exacta.
[7] Acerca de los trabajos que refuerzan la teoría con respecto a que el asesinato de Arjonilla por parte de Carrillo Puerto se dio en un contexto de defensa propia ante un posible atentado, se encuentran los trabajos de Moreno Acevedo (“Redescubriendo a Felipe Carrillo Puerto ¿Apóstol de los mayas, ideólogo del socialismo yucateco, intelectual no reconocido?”, pp. 14); del INEHRM (Felipe Carrillo Puerto, pp. 12); de Castro Martínez (“Felipe Carrillo Puerto: la muerte del Dragón de los Ojos Verdes”, pp. 191);  el de Oroza Díaz (Felipe Carrillo Puerto. Estudio biográfico); y el de Berzunza Pinto (En el pórtico de la historia, biografía de Felipe Carrillo Puerto).
[8] En este sentido, un manifiesto del PSY expresaba lo siguiente: “El capital se sirve del Gobierno que tiene ejércitos y policías para defender sus prerrogativas y latrocinios. Por esta razón, para recuperar el producto de tantos siglos de labor, para socializar el capital […] los trabajadores tiene que destruir previamente al defensor de capital, al gobierno burgués que es la máquina de la opresión. Destruir al gobierno burgués y sustituirlo por el gobierno del proletariado” (Gill, 2012:19).
[9] Con respecto al populismo, Paoli Bolio afirma lo siguiente: “Las formaciones populistas se explican en gran medida porque cambian las bases sociales y económicas de sustentación del sistema político. En este proceso se perfilan más claramente las clases sociales. Las que han llamado clases sociales emergentes en este periodo son la burguesía industrial, el proletariado urbano y las clases medias (profesionistas, pequeños comerciantes, empleados, etc.). Las oligarquías terratenientes y agroexportadoras, el campesinado y los artesanos experimentan reducción considerable de fuerza” (1977:18) y más adelante lo sintetiza como: “un movimiento ideológico y organizativo, que supone un bloque de clases y fracciones de ellas, que se alían en una organización política en la que se articulan elementos gubernamentales, partidarios y sindicales.  Esta entidad es comandada por alguna facción de la burguesía en beneficio de toda ella y controla eficazmente a las masas de trabajadores del campo y de la ciudad evitando su expresión como clases sociales” (22).
[10] En lo referente al “Estado popular”, Paoli Bolio menciona “la existencia de un proletariado pujante que se ha identificado como tal y que ha organizado sus instrumentos sindicales y políticos con relativa independencia del Estado y que se plantea la toma completa del poder político […] Cuando los estados latinoamericanos se han dado cuenta aunque sea mínimamente las condiciones como para que se exprese cabalmente la lucha de clases […] se plantea la vía al socialismo y estamos en presencia del modelo popular. Lo popular indica que el proletariado ha dejado de ser una clase subalterna y ha pasado a ser, en considerable mediad una clase política. 
[11] Ver el Plan de Agua Prieta completo en http://info5.juridicas.unam.mx/libros/6/2615/35.pdf

[12] A decir de Orosa Díaz, Ancona era un “viejo militante revolucionario, pues había sido diputado constituyente en el congreso de Querétaro, diputado en la legislatura maderista, miembro del «bloque renovador» de la misma y, por esto mismo, había sufrido cárcel y persecuciones durante la usurpación huertista.
[13] El 24 de enero de 1919, un mes después de que los bolcheviques rechazaran la proposición del Partido Laborista de celebrar una Conferencia Internacional Socialista en Lausana, lanzada públicamente en forma de un Manifiesto a los obreros del universo, fue convocada una Conferencia Internacional Comunista, a la que se invitaba a 39 partidos, grupos socialistas obreros y otras tendencias, «alineados al punto de vista de la dictadura del proletariado en forma del poder de los Soviets». La Conferencia fue inaugurada el 2 de marzo con 36 delegados con voz y voto y una quincena sin voto. (Kriegel, 1986:40)
[14] Fragmento del libro autobiográfico de Reed, “Peregrina, mi idilio socialista con Felipe Carrillo Puerto” tomado de http://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/CPF74.html (25 de octubre del 2015).