miércoles, 2 de octubre de 2013

Mi cosmovisión del mundo

Que difícil me ha resultado sentarme frente a la computadora y comenzar a teclear, que complicado ha sido encontrar las palabras que plasmen con cierta claridad estás ideas nebulosas y volátiles que revolotean en mi mente, que conflictivo es el acto de confrontarse con uno mismo, el colocarse frente al espejo y mirar cada detalle para poder escudriñar en él. Camino por la calle y le doy vueltas al asunto, abordo el metro dubitativo y busco, sigo buscando en mi mente, trato de encontrar una idea, una luz, ese flashazo destellante que me guíe en la elaboración de este ensayo: ¿Cuál es mi cosmovisión?

Para poder entender y explicar cuál es mi cosmovisión del mundo, empezare por dar una definición de la misma. De acuerdo con Wilhelm Dilthey, una concepción o visión del mundo, es “la estructura psíquica que, con base en las experiencias religiosas, artísticas y filosóficas, articula la manera de comprender y dar sentido a la vida y al mundo en el seno de una determinada cultura o civilización” (1995). Una vez dicho lo anterior comenzaré mi argumentación.

En primer lugar, resulta pertinente dimensionar una “estructura psíquica”, entendiendo a esta como la conformación axiológica del individuo, la cual, evidentemente está determinada por un contexto social que actúa de manera constitutiva. Como bien dice Dilthey, son las experiencias religiosas, artísticas y filosóficas (yo agregaría políticas, económicas y culturales), las que van estructurando nuestra personalidad con el paso del tiempo. Es así como se entiende que una cosmovisión se articula y concretiza en rasgos actitudinales del individuo –la estructura psíquica-, las cuales son consecuencia de la realidad y el contexto social en el que este se desenvuelve.

Por tanto, y buscando con ello centrarme en el tema de este trabajo, el cual es mi cosmovisión del mundo, comenzaré a hablar sobre Demian –situación que me resulta por demás incómoda (entiéndase esto como sarcasmo, rasgo actitudinal de mi estructura psíquica)-.

Me gustaría empezar diciendo que, tal y como lo afirma Dilthey, mi cosmovisión ha sido  un “producto contingente” (1995), cambiante e inestable en muchos aspectos, que sin embargo conserva importantes rasgos inmutables que cumplen la función de cimiento en esta constante transformación.  Tanto en mi infancia como en mi adolescencia y también en la actualidad, ha sido un deseo permanente el pertenecer al bando de los buenos. No obstante, cuando tenía 8 años consideraba como bondadosas a todas aquellas personas que elevaban sus plegarias a Dios, y catalogaba como seres abominables a aquellos que tomaban drogas (algo que mi abuela decía que era muy malo), y también a esos hombres que se enamoraban de otros hombres. ¿Y si a mí me llegara a pasar eso? Pensaba. ¿Y si a mí me llegara a gustar un hombre? Diosito, no lo permitas nunca.

Los años pasaron y la mariguana hizo que cambiara radicalmente mi perspectiva sobre aquello que la sociedad llamaba drogas. Por otra parte, y gracias a que Diosito me escuchó, las mujeres comenzaron a estar presentes de manera preponderante en mi mente y esto me llevó a actuar en consecuencia con ese pensamiento. Sin embargo, logré elaborar un discurso de plena apertura y respeto hacia la comunidad LGBTTT, llegando en ocasiones al punto de desarrollar un activismo feisbuquero en favor de los derechos de esta supuesta minoría. Con respecto a dios, a quien alguien alguna vez llamó el opio del pueblo, hoy lo considero la creación más perversa de la especie humana, el principal promotor de las cruzadas y de la conquista de Mesoamérica, el gran genocida del pueblo palestino, el pederasta que se regodea en su impunidad, etc.

Mi visión del bien y del mal se ha trastocado y ha evolucionado hacia una visión menos maniquea de la realidad, la cual intenta enfocarla desde una óptica crítica. Sigo admirando, como lo hacía de niño, a las personas que hablan con palabras verdaderas, aunque ya no las catalogo como buenas, sino como congruentes. Me continuo maravillando de la gente valiente, aunque ahora entiendo que la valentía implica mucho más que dormir con la luz apagada: que valiente es el rector interino de la UACM, que valientes son los zapatistas que marcharon con un silencio que estremeció al país hace unos meses, que valientes las madres solteras y las mujeres que deciden ser dueñas de su cuerpo y recurren a la interrupción del embarazo, que valientes los pueblos autogestivos que se organizan para defender a sus comunidades y que valientes los grupos sociales que se organizan y luchan contra adversidades monumentales para impedir que vulneren sus derechos laborales.

La marcha de la humanidad en la tierra es una de los acontecimientos más complejos que han ocurrido hasta ahora en el planeta, y de ello deriva la complejidad de definir una cosmovisión. Podría escribir líneas y más líneas intentando describir mi visión del mundo, la cual incluye un profundo y combativo sentido de la justicia y del humanismo, al igual que una incontrolable personalidad hedonista y dionisiaca; una recalcitrante confrontación con el dogma y la religiosidad, al igual que innegables actitudes “Guadalupanas” que se han tatuado en mi inconsciente; un reluciente discurso que promueva la equidad de género y la solidaridad con las luchas femeninas, al igual que un repugnante machismo que pareciera estar grabado en mi ADN. 

Finalmente, me gustaría destacar el hecho de que la construcción de una visión del mundo es tan compleja, que en muchas ocasiones, tanto individuos como grupos sociales e instituciones, han recurrido al uso de la palabra para conformar frases de tal fuerza y magnitud que logran generar especies de cismas intelectuales y éticos. Hoy he decidido escoger algunas de esas frases las cuales han ido forjando mis diferentes cosmovisiones a lo largo de la vida:

“Amaos los unos a los otros” Jesucristo.

“A que le tiras cuando suelas mexicano” Salvador Chava Flores

“El respeto al derecho ajeno es la paz” Benito Juárez.

“Por mi raza hablará el espíritu” José Vasconcelos.

“es tan corto el amor y es tan largo el olvido” Pablo Neruda.

“mi estrategia es/ que un día cualquiera/ no sé cómo ni sé con qué pretexto/ por fin me necesites” Mario Benedetti.

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar al mundo” Eduardo Galeano.

“Seamos realistas, pidamos lo imposible” Mayo francés de 1968.

“Mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado” Emiliano Zapata.

"Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario." Ernesto “Che” Guevara.

“¿De que tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonas? ¿De no morirnos de hambre?” Subcomandante Insurgente Marcos

“Si no ardemos juntos, ¿quién iluminará esta oscuridad?” Movimiento #YoSoy132


Y por supuesto “Nada humano me es ajeno” UACM