Mi cosmovisión del mundo
Que difícil me
ha resultado sentarme frente a la computadora y comenzar a teclear, que
complicado ha sido encontrar las palabras que plasmen con cierta claridad estás
ideas nebulosas y volátiles que revolotean en mi mente, que conflictivo es el
acto de confrontarse con uno mismo, el colocarse frente al espejo y mirar cada
detalle para poder escudriñar en él. Camino por la calle y le doy vueltas al
asunto, abordo el metro dubitativo y busco, sigo buscando en mi mente, trato de
encontrar una idea, una luz, ese flashazo destellante que me guíe en la
elaboración de este ensayo: ¿Cuál es mi cosmovisión?
Para poder
entender y explicar cuál es mi cosmovisión del mundo, empezare por dar una
definición de la misma. De acuerdo con Wilhelm Dilthey, una concepción o visión
del mundo, es “la estructura psíquica que, con base en las experiencias
religiosas, artísticas y filosóficas, articula la manera de comprender y dar
sentido a la vida y al mundo en el seno de una determinada cultura o
civilización” (1995). Una vez dicho lo anterior comenzaré mi argumentación.
En primer
lugar, resulta pertinente dimensionar una “estructura psíquica”, entendiendo a
esta como la conformación axiológica del individuo, la cual, evidentemente está
determinada por un contexto social que actúa de manera constitutiva. Como bien
dice Dilthey, son las experiencias religiosas, artísticas y filosóficas (yo
agregaría políticas, económicas y culturales), las que van estructurando
nuestra personalidad con el paso del tiempo. Es así como se entiende que una
cosmovisión se articula y concretiza en rasgos actitudinales del individuo –la
estructura psíquica-, las cuales son consecuencia de la realidad y el contexto
social en el que este se desenvuelve.
Por tanto, y
buscando con ello centrarme en el tema de este trabajo, el cual es mi
cosmovisión del mundo, comenzaré a hablar sobre Demian –situación que me
resulta por demás incómoda (entiéndase esto como sarcasmo, rasgo actitudinal de
mi estructura psíquica)-.
Me gustaría
empezar diciendo que, tal y como lo afirma Dilthey, mi cosmovisión ha sido un “producto contingente” (1995), cambiante e
inestable en muchos aspectos, que sin embargo conserva importantes rasgos
inmutables que cumplen la función de cimiento en esta constante
transformación. Tanto en mi infancia
como en mi adolescencia y también en la actualidad, ha sido un deseo permanente
el pertenecer al bando de los buenos. No obstante, cuando tenía 8 años
consideraba como bondadosas a todas aquellas personas que elevaban sus
plegarias a Dios, y catalogaba como seres abominables a aquellos que tomaban
drogas (algo que mi abuela decía que era muy malo), y también a esos hombres
que se enamoraban de otros hombres. ¿Y si a mí me llegara a pasar eso? Pensaba.
¿Y si a mí me llegara a gustar un hombre? Diosito, no lo permitas nunca.
Los años
pasaron y la mariguana hizo que cambiara radicalmente mi perspectiva sobre
aquello que la sociedad llamaba drogas. Por otra parte, y gracias a que Diosito
me escuchó, las mujeres comenzaron a estar presentes de manera preponderante en
mi mente y esto me llevó a actuar en consecuencia con ese pensamiento. Sin
embargo, logré elaborar un discurso de plena apertura y respeto hacia la
comunidad LGBTTT, llegando en ocasiones al punto de desarrollar un activismo feisbuquero en favor de los derechos de
esta supuesta minoría. Con respecto a dios, a quien alguien alguna vez llamó el
opio del pueblo, hoy lo considero la creación más perversa de la especie
humana, el principal promotor de las cruzadas y de la conquista de Mesoamérica,
el gran genocida del pueblo palestino, el pederasta que se regodea en su
impunidad, etc.
Mi visión del
bien y del mal se ha trastocado y ha evolucionado hacia una visión menos
maniquea de la realidad, la cual intenta enfocarla desde una óptica crítica.
Sigo admirando, como lo hacía de niño, a las personas que hablan con palabras
verdaderas, aunque ya no las catalogo como buenas, sino como congruentes. Me
continuo maravillando de la gente valiente, aunque ahora entiendo que la
valentía implica mucho más que dormir con la luz apagada: que valiente es el
rector interino de la UACM, que valientes son los zapatistas que marcharon con
un silencio que estremeció al país hace unos meses, que valientes las madres
solteras y las mujeres que deciden ser dueñas de su cuerpo y recurren a la
interrupción del embarazo, que valientes los pueblos autogestivos que se
organizan para defender a sus comunidades y que valientes los grupos sociales
que se organizan y luchan contra adversidades monumentales para impedir que
vulneren sus derechos laborales.
La marcha de
la humanidad en la tierra es una de los acontecimientos más complejos que han
ocurrido hasta ahora en el planeta, y de ello deriva la complejidad de definir
una cosmovisión. Podría escribir líneas y más líneas intentando describir mi
visión del mundo, la cual incluye un profundo y combativo sentido de la
justicia y del humanismo, al igual que una incontrolable personalidad hedonista
y dionisiaca; una recalcitrante confrontación con el dogma y la religiosidad,
al igual que innegables actitudes “Guadalupanas” que se han tatuado en mi
inconsciente; un reluciente discurso que promueva la equidad de género y la
solidaridad con las luchas femeninas, al igual que un repugnante machismo que
pareciera estar grabado en mi ADN.
Finalmente, me
gustaría destacar el hecho de que la construcción de una visión del mundo es
tan compleja, que en muchas ocasiones, tanto individuos como grupos sociales e instituciones,
han recurrido al uso de la palabra para conformar frases de tal fuerza y
magnitud que logran generar especies de cismas intelectuales y éticos. Hoy he
decidido escoger algunas de esas frases las cuales han ido forjando mis
diferentes cosmovisiones a lo largo de la vida:
“Amaos los unos a los otros”
Jesucristo.
“A que le tiras cuando suelas
mexicano” Salvador Chava Flores
“El respeto al derecho ajeno es
la paz” Benito Juárez.
“Por mi raza hablará el espíritu”
José Vasconcelos.
“es tan corto el amor y es tan
largo el olvido” Pablo Neruda.
“mi estrategia es/ que un día
cualquiera/ no sé cómo ni sé con qué pretexto/ por fin me necesites” Mario
Benedetti.
“Mucha gente pequeña, en lugares
pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar al mundo” Eduardo Galeano.
“Seamos realistas, pidamos lo
imposible” Mayo francés de 1968.
“Mejor morir de pie que vivir
toda una vida arrodillado” Emiliano Zapata.
"Sean
capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada
contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del
revolucionario." Ernesto “Che” Guevara.
“¿De que
tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonas? ¿De no morirnos de
hambre?” Subcomandante Insurgente Marcos
“Si no ardemos
juntos, ¿quién iluminará esta oscuridad?” Movimiento #YoSoy132
Y por
supuesto “Nada humano me es ajeno” UACM