LA ANARQUÍA EXPLICADA A LOS NIÑOS
La
Guerra Civil Española es considerada como la primera gran confrontación entre
las fuerzas del fascismo y del antifascismo. De igual manera, es vista como un
preludio de la Segunda Guerra Mundial, ya que en este conflicto armado
participaron más de 35 mil voluntarios internacionalistas de países como
Francia o Inglaterra (Hosbawm, 2007), además de soldados a sueldo de Alemania o
Italia; y si bien es cierto que a diferencia de la Segunda Guerra Mundial, en
donde las fuerzas del ejército soviético propinaron una derrota aplastante al
ejercito de Adolf Hitler, en el caso español los triunfadores no fueron los que
debieron haberlo sido; es decir, los antifascistas, facción político militar
conformada por una cantidad considerable de tendencias ideológicas que iban
desde la social democracia y el liberalismo hasta el comunismo y el anarquismo.
Es
dentro de este contexto descrito de manera muy escueta que surge el ensayo “La
Anarquía explicada a los niños” de José Antonio Emmanuel, profesor anarquista
español fundador de la Biblioteca Anarquista Internacional (B.A.I.) con sede en
Barcelona y seguidor de figuras destacadas de la educación tales como el suizo
Johan Heinrich Pestalozzi (2014) el padre de la pedagogía moderna[1]. Si bien es cierto que el
trabajo de Emmanuel data del año de 1931; es decir, 5 años antes de que el
conflicto armado cobrara forma en la península ibérica, resulta pertinente
mencionar que el anarco-sindicalismo en España, materializado principalmente
bajo la figura de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), ya gozaba de
gran aceptación entre el proletariado español desde inicios de la década del
30.
Siendo
así, al realizar la lectura de “La Anarquía explicada a los niños” es fácil
identificar ideas que en la actualidad se han convertido en valores
fundamentales de la educación pública en infinidad de países, incluido México.
En su texto, Emmanuel menciona la importancia que tiene para el desarrollo
integral del ser humano la impartición de una educación científica que combata
los dogmas y los fanatismos propios de la religión; que impulse la solidaridad
y la fraternidad entre los diversos grupos sociales, eliminando razas o nacionalidades;
que coadyuve a conseguir la libertad de la humanidad en su conjunto. Para
alcanzar estos propósitos se plantea la eliminación de lo que considera tres
lastres de la sociedad; el militarismo, el clericalismo y el capitalismo.
Como
es bien sabido, el artículo 3ro de nuestra Constitución menciona (aún a pesar
de la reforma educativa del 2013) que el “la educación que imparta el Estado tenderá
a desarrollar armónicamente, todas las facultades de ser humano y fomentará en él
[…] la conciencia de la solidaridad internacional”. De igual manera se menciona
que “dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a
cualquier doctrina religiosa […] El criterio que orientará a esa educación se
basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia
y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios” (2014).
Siendo así, resulta evidente que muchos postulados del 3ro constitucional bien
podrían ser una reinterpretación de los pilares de una educación anarquista; es
decir, el combate a una educación
controlada por militares y no por civiles; o bien, la educación vista como una
mercancía creada para obtener importantes ganancias económicas y no como un
derecho inalienable de la ciudadanía.
Con
esto no afirmo de ninguna manera que el Sistema Educativo Nacional tenga una
tendencia anarquista, ya que como es sabido, la brecha entre lo plasmado en la
Constitución y la realidad que impera en las aulas día con día es, en muchas
ocasiones, radicalmente opuesta. No obstante, cabe el espacio para reflexionar
sobre lo común que resulta que ideas y demandas formuladas desde el socialismo,
el comunismo o el anarquismo (derechos laborales y sindicales, derecho a la
salud, derecho a la vivienda, y por supuesto, derecho a la educación, entre
otros) sean tan frecuentemente adoptadas por instituciones estatales y por el
gran capital. Ante esta realidad resulta pertinente preguntarse lo siguiente:
¿Por
qué si el anarquismo es una utopía supuestamente inviable, en muchas ocasiones
sus demandas acaban siendo adoptadas, adaptadas y readaptadas; es decir, mal
interpretadas y distorsionadas por los dueños del capital y lo medios de
producción (la burguesía)? Afirmar que el Comunismo o el Anarquismo son
sistemas políticos imposibles de llevar acabo es muy aventurado y no tiene
fundamentos sólidos. No obstante, lo que sí resulta posible afirmar con toda
certeza es que el capitalismo, y la educación que se brinda como un acto que
responde a los intereses de este modo de producción ha sido lo más disfuncional
que hemos creado los seres humanos en los últimos 200 años. Prueba de ello son
las constantes crisis económicas derivadas de la falta de armonía y
concordancia entre los modos de producción, las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción.
Apostar
por una educación de carácter universal en cuanto a que todas las personas -sin
importar posición social, credo, raza, edad o género- tengan un acceso irrestricto
a ella, y que deje de ser dimensionada como una mercancía a la cual sólo los grupos
privilegiados de la sociedad pueden aspirar; que brinde herramientas científicas
que permitan a la humanidad comprender y modificar la realidad social críticamente
y en beneficio del colectivo; que afiance en los subjetividad de los seres
humanos valores de solidaridad y comunitarismo por encima de algunos de los
paradigmas de la modernidad capitalista tales como el individualismo y la competitividad, no es una
postura idealista y utópica. Muy por el contrario, un sistema educativo de estas
características se ha convertido en una necesidad imperante ante un hecho cada día
más constatable, que es el de la profunda crisis del capitalismo, la cual ha
degradado los ámbitos más destacados de la vida humana.
BIBLIOGRAFÍA
· Emmanuel, José Antonio. (1931). La anarquía explicada a los niños.
Recuperado de http://www.loquesomos.org (2014).
·
Soëtard, Michel. (1999). “Johan Heinrich Pestalozzi”, publicado en Perspectivas:
revista trimestral de educación comparada, (París,
UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIV, nos 1-2, 1994, págs.
299-313. ©UNESO: Oficina
Internacional de Educación.
· https://periodicoelamanecer.wordpress.com/2012/11/17/la-anarquia-explicada-a-los-ninos-por-jose-antonio-emmanuel/
(2014).
· Hobsbawm, Eric. (2007). Memoria de la Guerra Civil española. Recuperado de
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=1055 (2015).
[1] Pestalozzi (1746-1827) basó gran
parte de su proyecto educativo en la obra Emilio
de Rousseau y fundó a mediados de 1770 una comuna educativa (El Neuhof) con niños que vivían en la
pobreza. Esta intentó desarrollarse al margen de las nacientes sociedades
urbanas de la época para conformar sujetos completamente autónomos y
responsables. No obstante, la comuna se vuelve económicamente insostenible y
fracasa diez años después. Pestalozzi concebía la educación como una práctica
que permitiera al hombre cubrir sus “necesidades esenciales” y su “dignidad
interior”. Únicamente mediante el equilibrio de ambos aspectos de la vida de los
seres humanos, estos podrán alcanzar su autonomía. (Söetard, 1999).